La ausencia en Alemania 2006 golpeó duro al fútbol nigeriano. Después de disfrutar de una generación maravillosa en los ’90, las Aguilas Verdes cayeron en una profunda depresión, de la que esperan salir retomando vuelo en el Mundial de Sudáfrica 2010 y apostando a una organización de corte europeo. No deja de ser curioso: en la primera Copa del Mundo de la historia por jugarse en el continente negro, la potencia africana que más confió en los últimos diez años en técnicos de la casa, no importados, dio un golpe de timón para encomendarse a las artes de un “primermundista” como el sueco Lars Lagerback, con dos mundiales y tres Eurocopas en la espalda.

Lagerback ganará dos millones de dólares por dar las órdenes y ofrecerle un sistema confiable a un grupo talentoso que era liderado por el mediocampista John Obi Mikel, pero debido a una lesión no estará presente en la cita mundialista.

La clasificación al cuarto Mundial de su historia llegó recién en la última jornada y con la ayuda inestimable de la débil Mozambique, que venció sorpresivamente a Túnez, líder del grupo hasta ese momento. Nigeria sacó su pasaje ganando en Kenia.

Haber clasificado de manera tan angustiosa puso en alerta a los dirigentes de la federación verdiblanca, que se convencieron de la necesidad de un cambio después de la Copa Africana de Naciones, jugada en febrero pasado. El equipo fue tercero, pero el rendimiento global no satisfizo a quienes toman decisiones, incluidos representantes del gobierno nacional. La consecuencia fue el despido de Shaibu Amodu de la dirección técnica. “Soy optimista y realista”, dijo Lagerback, de 61 años, al asumir como reemplazante de Amodu. “Nigeria tiene la gran posibilidad de hacerlo bien en el Mundial. Aun dirigiendo a un país pequeño como Suecia, siempre tuve la ambición y el convencimiento de que podíamos ganar partidos. Si no crees en que puedes hacerlo, no mereces estar en la competición”.

Esa será la filosofía que el sueco, presente con su país en Corea y Japón 2002 y Alemania 2006, exija a sus jugadores, a quienes quiere convencer de que tienen “una posibilidad realista de andar un largo camino en Sudáfrica”. Junto a los mejores valores de la generación que fue subcampeona del mundo en el Mundial juvenil de Holanda 2005, en el que se destacó Mikel, y de la que ganó la medalla plateada en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, estarán probablemente históricos como el talentoso delantero Nwankwo Kanu y el defensor Joseph Yobo, ambos en el fútbol inglés.

Una de las tareas principales de Lagerback será dar mayor seguridad a la última línea, el talón de Aquiles nigeriano. Junto a Yobo, estarán seguramente Danny Shittu, Chidi Odiah y Elderson Echiejile en la zaga. Como dato preocupante para el entrenador sueco, ninguno de los cuatro es habitual titular en sus equipos europeos. Sí lo es Taye Taiwo, figura en el lateral izquierdo del Olympique de Marsella. El poderío ofensivo es apreciable, teniendo en cuenta el olfato de gol de Osaze Odemwingie, un potente centrodelantero con una historia extraña en las selecciones africanas: nació en Uzbekistán, hijo de un nigeriano y una rusa.

Odemwingie, del Lokomotiv de Moscú, es la referencia nigeriana en el área rival, secundado por Obinna Nsofor, cedido al Málaga por el Inter de Milán, e Ikechukwu Uche, del Zaragoza. El estado de Uche, importante por su capacidad de desequilibrio, es una incógnita para Lagerback: el atacante sufrió la rotura del ligamento cruzado de la rodilla izquierda en septiembre pasado y llegará casi sin actividad a la Copa del Mundo.

Ante la falta de tiempo de trabajo, el flamante seleccionador decidió organizar miniconcentraciones en Europa previas al viaje a Sudáfrica para comenzar a bajar conceptos y fortalecer al grupo. La exigencia de la Federación es alcanzar las semifinales. Un objetivo pretencioso que busca poner de nuevo a Nigeria como referencia del fútbol africano.