Un ambiente de duelo se apoderó de la selección brasileña después de la derrota por 2-1 ante Holanda, que sepultó el sueño de la verdeamarelha de alzarse con el hexacampeonato en el Mundial de Sudáfrica. Según reveló ayer la comisión técnica, tras regresar a su hotel en Port Elizabeth, los jugadores y el técnico Dunga cenaron en el restaurante “en absoluto silencio”, en una noche triste que terminó con un emocionado abrazo colectivo de todos los integrantes de la delegación.

“Nadie dijo una sola palabra durante toda la cena”, dijo el informe, que agregó que el silencio fue interrumpido por el arquero Julio César, encargado por sus compañeros de pronunciar un discurso de agradecimiento a Dunga. Tras agradecer al entrenador la oportunidad de disputar un mundial, el portero del Inter destacó la unión del grupo formado por Dunga para disputar el título en Sudáfrica: “Has logrado crear un grupo de amigos, de hermanos. Hubiéramos querido mucho conquistar ese hexa para dedicártelo”.

Dunga, quien fue el último en llegar al restaurante y que hasta ese entonces se mantenía callado, se manifestó conmovido por las palabras del arquero y agradeció a los jugadores la confianza que le brindaron, pese a su nula experiencia previa como entrenador. “Nunca había sido técnico y recibí el comando de la selección brasileña. Y pese a ello ustedes siempre me respetaron. Ha sido un honor trabajar con ustedes. Pueden estar seguros de que estoy muy orgulloso de ustedes”, expresó el entrenador.

Tras el discurso del entrenador, todos los integrantes de la delegación se fundieron en un largo abrazo colectivo, que marcó el “adiós” al sueño mundialista del grupo que hace más de un mes abandonó Brasil confiado en alzarse con el hexa, y que anoche emprendió el vuelo de regreso a su país con las manos vacías.