DEPORTES › OPINION
› Por Miguel Rep
Es tremendo lo que ocurrió ayer, en la Logia Fanathos, sucursal argentina. No tanto por el resultado deportivo en Ciudad del Cabo, algo que estaba previsto que no iba a afectar a los integrantes de la secta de entusiastas racionalistas. Sabíamos que tanto un triunfo que desatara el delirio colectivo como una derrota abultada como la que se sufrió no provocarían ni entusiasmo ni tristeza en el grupo analítico de Boedo. Las caras pokerianas fueron las mismas de siempre, como después de cualquiera de los cinco partidos que duró la Selección en Sudáfrica. Lo que ocurrió a partir de la eliminación es otra cosa. Tremenda pero no terrible. Curiosa, sería mejor decir.
Fanathos, lo sabíamos y lo contamos ayer antes del partido, había fracasado en su lobby por imponer la casaca azul lisa para obligar a los alemanes a ponerse la blanca y así Messi, confundiéndola con la del Real Madrid, haría su nunca llegado gol. Entonces el panorama ayer a la mañana era de resignación. Pero lo que ocurrió fuera de ese partido es lo que provocó el cisma de la Logia.
La simpatía de algunos integrantes por el clasificado Uruguay por un lado, y por España por el otro, debido a la cantidad de genes en muchos de ellos, decidió la división boedina. Así, algunos utilizarán la sede de siempre, esto es, el Jardín de Infantes de la avenida Independencia para sus propios fines. Los de la salita celeste colaborarán con las sedes de otros países simpatizantes de Uruguay, y los de salita rosa, para lobbiar para que España llegue a la final y la gane.
El ambiente está, dentro de lo que el hiperraciocinio permite, caldeado. Psicólogos y artesanos militantes de la causa latinoamericana les recriminan, cautamente, a quienes no apoyan a la garra charrúa, con argumentos y culpas de toda índole. Los que presentan el perfil hispano, miembros de la Logia herederos de bares y garajes, hoy ingenieros y dentistas, entre otras profesiones, sostienen que somos quienes somos porque venimos de la Madre Patria y nos debemos a esa raíz.
Si la final fuera España-Uruguay, habrá logros para cada grupo. El tema es lo que pase después del miércoles, hasta el domingo.
El Mundial pasará, y Fanathos deberá cicatrizar heridas para volver a trabajar en pos del bien común, esto es, convencer a la atropellada afición que en un mes volverá a dirimir cuestiones de cabotaje, que de nada valen cábalas ni casualidades, ni pulpos imbéciles ni otras supersticiones de la estadística y el periodismo. Todo es cálculo y previsión, y los cartesianos miembros del Fanathos alemán hoy lo subrayan.
Ganaron los más profesionales. Todo Fanathos Internacional lo sabía. Los de Boedo, también.
Pero... ¡4 a 0!
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