Por segunda ocasión en cinco meses, Racing emergió victorioso de la Bombonera. A comienzos de marzo, frente a un Boca tambaleante, le había ganado por el mismo marcador que ayer, el 2-1 final que fue justo. Enfrente había, esta vez, otro Boca, con distinto técnico y futbolistas, pero con producto parecido, desagradable. Pero éste también es otro Racing, y está por verse si consolida esa imagen más emparentada con la técnica y el alivio. Los resultados lo empujan a mantenerse sumergido en la calma, ahora que emergió al tope de la tabla.

Si la victoria contra All Boys, en el arranque del Apertura, fue puesta en tela de juicio dado el desarrollo, la de esta segunda fecha no admite objeciones. En el balance, Racing estuvo más cerca del tercer tanto que su rival del empate y habría sido así si Lucchetti no le saca un mano a mano increíble a Castromán a nueve del final. Los hinchas se ilusionaron tanto que en esos quince de cierre, con el partido planteado a expensas de la desesperación del equipo local, con el ex Vélez y Hauche lanzados por Miguel Russo al campo para explotar la línea de tres del fondo boquense y los enormes espacios abiertos en la zona de volantes, hasta se agrandaron cantando una seguidilla de oles.

Un cambio rotundo para un equipo que arrancó tarde a jugar el clásico, ausente del campo durante el primer cuarto de hora, arrollado y privado del balón, y ya en desventaja. Bastó que Licht emparejara la entrega de Jesús Méndez y que Yacob hiciera pie en el medio para desbaratar los tibios encuentros de Escudero, Battaglia y Medel para que Racing discutiera la posesión del trámite, que empezó a volcar a su favor con el desembarco del colombiano Giovanni Moreno, haciendo su debut oficial en el equipo de Avellaneda.

Un pisador interesante, dueño del tiempo y de una blandura que presumiblemente irá dejando atrás con el correr del torneo, Moreno se hizo protagonista pidiéndola siempre. Una pisadita múltiple ante Medel derivó en la falta de la cual vino el centro de Toranzo, las dudas de Lucchetti y la guapeada de Yacob (pareció fuera de juego) que acomodó el empate; Moreno se transformó en el compás de un equipo que ahora parece pretender el despliegue del juego como herramienta para ganar los partidos.

Un equipo en el que los goles no los marcan los delanteros, sino los defensores o los volantes: como Aveldaño contra All Boys, esta vez fueron Yacob y luego Cáceres, el lateral paraguayo que se irguió como salida para explotar la falta de anchura de la defensa local, oportunista para aprovechar en un instante el error grosero de Clemente Rodríguez y clavarla inmediatamente de zurda en un ángulo. Con dos delanteros no siempre en clara posición de gol, o embarullados, como Bieler y Lugüercio, Racing muestra alternativas de concreción. Una de las diferencias más notables que tuvo ayer con su rival.

Para entonces, Racing ya era propietario excluyente de la tarde, y en un ordinario segundo tiempo no pasó apurones. Cuando Toranzo recupere su nivel y sea más socio de Moreno, el volumen del equipo deberá crecer. Recién van dos fechas y como dice su entrenador, no existe tal cosa como una candidatura. Pero sí la esperanza de afiatar un conjunto que pueda alimentar esa proyección con argumentos genuinos.