Que Palermo y Viatri puedan o no jugar juntos era el motivo de debate más frecuente que ensayaban los hinchas de Boca al retirarse ayer de la Bombonera. La derrota, leída como deficit de gol, buscó ser encajada con la explicación más a la mano. La tarea que tiene por delante Claudio Borghi, la de construir un equipo con aspiraciones, enfrenta un dilema de ficción: ¿cómo armar una formación sabiendo que no puede tener en cuenta, todavía, a su futbolista más importante?

En el balance, a Riquelme lo ovacionaron menos que a Palermo, que volvía a la Bombonera después de su última hazaña, el gol a Grecia en el Mundial. Pero que al goleador no le saliera una sola reflota la necesidad de Riquelme como asistente. Para colmo, ayer, la que falló Palermo la aprovechó Viatri: no pudo conectar el centro de Méndez pero el posterior centro de Clemente Rodríguez –lo único bueno del lateral en los 90 minutos– fue cabeceado con elegante perfección por el otro centrodelantero, al ángulo de Roberto Fernández.

Palermo y Viatri se mueven en la misma quintita, se estorban, carecieron de explosión en profundidad, pero cuando Borghi echó mano al banco, sacó al que había marcado el único gol de Boca. No come vidrios el técnico: si Palermo empataba el partido en una de sus heroicas intervenciones, habría quedado como un genio estratégico. No le dio provecho. “Este es el sistema que más me conviene hasta que me demuestren lo contrario”, señaló después del partido. No serán los resultados (empate de visitante, derrota como local) los que vayan a entrar en el debate interno del técnico. El rato que jugó Mouche, tirado a la derecha, movedizo y atrevido, pudo haberle dejado alguna pista adicional.

No será, ésta de arriba, su única preocupación. Lucchetti no transmite mucha seguridad cuando llueven los centros, aunque Cellay y especialmente Caruzzo jugaron un buen partido. Cuando el equipo perdió el medio, hipotecó su suerte. Ni Escudero ni Cañete son disimuladores de la falta de Riquelme. Seguramente Clemente Rodríguez y Battaglia levantarán rendimiento al regreso del astro. Pero son todas incógnitas que el futuro podrá responder. Y futuro no rima con torneo corto.