DEPORTES › APORTES PARA PROBLEMATIZAR UNA CUESTION RELEGADA EN EL DEBATE FUTBOLERO
El cambio de identidad en varias canchas del fútbol argentino. Con los homenajes en vida a Maradona, Bielsa y próximamente a Kempes, los futbolistas comienzan a ganar terreno entre los dirigentes, honestos y de los otros, premiados históricamente con ese privilegio.
› Por Gustavo Veiga
Nuestras canchas, ese espacio ritual de cada domingo, cumplen años y también suelen cambiar de nombre. Son templos modernos que dan sentido de pertenencia, como las catedrales a sus feligreses. Si los colores de una camiseta son el DNI de un club, los estadios son como la cédula. Lo curioso es que casi nadie se interroga si está bien ponerles nombres de personas vivas, de dirigentes antes que de futbolistas o mantener un perpetuo homenaje a quienes cometieron graves faltas deportivas. Esta semana festejó su 70º aniversario el de Banfield, que lleva el nombre de un ex presidente al que se le comprobaron tres casos de soborno (en 1939, 1941 y 1944); y el gobernador cordobés, Juan Carlos Schiaretti, anunció que el Chateau Carreras –se hizo popular así– será rebautizado Mario Alberto Kempes en vísperas de la Copa América 2011. Los dos hechos recientes ayudan a problematizar una cuestión relegada en el debate futbolero. La paz de esos sepulcros hechos tribuna, si existe, queda violentada por la idea de revisar su significado. La historia no se ubica a menudo en el punto justo y sacraliza los nombres, como la toponimia de ciertas calles. Discutirlos es una tarea que se debe el ambiente del fútbol.
El 6 de octubre cumplió setenta años el estadio Florencio Sola, llamado de ese modo en tributo a un ex presidente de Banfield. En la página oficial del club, un artículo publicado ese día lo define como “un verdadero ejemplo de la clase dirigencial de aquella época”. El Lencho, como lo apodaban, fue un capitalista de juego al que el régimen de Edelmiro Farrell y el propio Perón lo despojaron de las concesiones de varios casinos –incluido el de Mar del Plata– cuando llegaron al poder en 1943. Sola representa para el Taladro lo que Alberto Jota Armando a Boca o Antonio Vespucio Liberti a River. Hasta una agrupación actual lleva su nombre. Se le reconoce que aceptó la presidencia en 1938 cuando el equipo estaba casi descendido a Tercera División y que formó grandes equipos, incluido el subcampeón de 1951. Pero los libros de historia, la prensa de su tiempo y hasta las actas del antiguo Tribunal de Penas de la AFA lo defenestran.
En 1939, 1941 y 1944 se le atribuyeron tres casos de soborno y quedó inhabilitado de por vida para ser socio y dirigente de la institución. Lo acusaron de entregarle 2000 pesos argentinos a Sebastián Gualco, arquero de Ferro, valiéndose de los servicios de un periodista deportivo del diario Crítica, Oscar Miguel Traba. El club apeló la sanción y Sola recuperó la presidencia. Un fallo del Ministerio de Justicia durante la dictadura militar que le arrebató los casinos, había decretado “nulas y sin valor” las medidas de la AFA. La mayoría de estos datos son citados por el libro Banfield, campeón moral 1951, del periodista Víctor Raffo. Con todo, el nombre del estadio se mantiene hasta hoy.
Esta apelación a la memoria de un presidente muerto se da igual que en River y Boca. San Lorenzo lo hace con Pedro Bidegain, que es el nombre oficial del Nuevo Gasómetro y recuerda a un diputado radical que tras el golpe de 1930 terminó encarcelado en el penal de Ushuaia. La cancha de Olimpo de Bahía Blanca se llama así por el fallecido Roberto Natalio Carminatti. Se inauguró en 1942 con un amistoso frente a aquel Banfield de Sola. Pero estos casos se diferencian de la corriente que pregona agasajar a los dirigentes mientras vivan. Y, si es posible, con el nombre de un estadio. Ahí están para confirmarlo Arsenal y su irrebatible tributo a Julio Humberto Grondona, el presidente de la AFA; Quilmes, que hizo lo mismo con José Luis Meiszner, el secretario ejecutivo de la asociación y actual titular del club; y Lanús, que le puso el del ex presidente Néstor Díaz Pérez en reconocimiento a su papel clave en la construcción de la Fortaleza, cuando cambió los tablones de madera por el cemento.
Tampoco se privó del homenaje en vida Roberto Larrosa, un ex concejal y puntero de la UCR con predicamento en Villa Lugano. Presidente de Sacachispas desde 1977, un club de la Primera C, su cancha levantada en Villa Soldati se llama como él, pero con apodo: Beto Larrosa. En los años ’90 estuvo prófugo cuando lo procesaron por falsedad de instrumento público y malversación de fondos. Se le atribuía la contratación de 131 ñoquis en el ex Concejo Deliberante.
Varios dirigentes no superarían el filtro de una junta de asuntos históricos en nominaciones como éstas, pero ése no es el caso de los futbolistas. Sobre todo, de los que ocupan los primeros lugares en el ranking de idolatría. Diego Maradona es el nombre de la casa de Argentinos Juniors en el barrio de La Paternal y Córdoba le pondrá el de Mario Alberto Kempes al estadio mundialista inaugurado el 16 de mayo de 1978. Ese día, la Selección Nacional que dirigía César Luis Menotti derrotó a un combinado local por 3 a 1 y el primer gol lo marcó el delantero que hoy comenta fútbol por ESPN.
El gobernador Juan Schiaretti acaba de anunciar la noticia y Kempes se conmovió: “Estoy muy agradecido y emocionado pero creo que muchos se lo merecían también, como José Luis Cucciufo”, reconoció. “Es un gran honor que el señor gobernador haya pensado en mí. No voy a tener ni más ni menos responsabilidades que las que tengo hoy, pero no deja de ser lindo e importante”, le dijo al diario La Voz del Interior. En Rosario el tributo en vida se lo hicieron a Marcelo Bielsa. El 22 de diciembre de 2009, el estadio del Parque Independencia recibió en forma oficial el nombre del técnico. “Entiendo que es desmedido ser reconocido en este momento”, dijo emocionado y rodeado de varios miles de hinchas. En el mismo acto, las autoridades del club le pusieron Gerardo Martino a la platea de la visera. Los entrenadores de Chile y Paraguay se fundieron en un abrazo cuando ingresaron al Coloso, como se conoce también a la cancha de Newell’s.
Entre los clubes afiliados a la AFA había otro club que bautizó a su cancha con el nombre de un entrenador. Pero decidió cambiárselo. Es Claypole, que juega el torneo de Primera D y en 1979 inauguró su estadio César Luis Menotti. Hace 31 años, el ahora ex manager de Independiente gozaba de una popularidad y credibilidad hoy extinguidas. El humilde equipo de fútbol aficionado juega ahora en el Rodolfo Vicente Capocasa, llamado así en reconocimiento al ex presidente fallecido que impulsó su construcción.
Más allá de cambios de nombres o aniversarios, en la Argentina todavía no prosperó la moda de colocarles a nuestros templos de cemento una etiqueta comercial. En River trascendió la versión de que una compañía de celulares estaba interesada en hacerlo, pero la desmentida llegó de inmediato. Un ídolo de otra época, o aun cualquier dirigente de dudosa reputación, parecen mejor capital simbólico que la publicidad de una empresa.
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