DEPORTES › LA HISTORIA DE JOSE BUJEDO, EX ARBITRO Y REPRESOR DURANTE LA DICTADURA
Por su labor en las canchas lo consideraban uno de los mejores de la liga marplatense. Pero fuera de ellas integraba un grupo de tareas que delataba, secuestraba y hacía desaparecer a personas. En democracia, escribió un libro sobre las reglas del fútbol.
› Por Gustavo Veiga
Las huellas de José Francisco Bujedo en democracia siguen frescas, igualitas a las que dejó como represor de la dictadura en la Base Naval de Mar del Plata. El ex árbitro de fútbol parece un buen samaritano. A no ser por lo que señala su pasado. Presidente de una sociedad de fomento, ex ocupante de una banca abierta en el Concejo Deliberante y ex colaborador de un edil que le permitió escribir un manual sobre reglas del juego, vive como un vecino más, mimetizado en el paisaje de la costa bonaerense. Distintas voces se superponen para denunciarlo, pero el hombre calvo, anciano ya, y que en los años ’70 era considerado el mejor referí de la liga local, pasea como si nada entre sus víctimas. Las que todavía pueden enrostrarle su historia como integrante de los Servicios de Inteligencia de la marina se preguntan indignadas cómo es posible. A Bujedo no le importa demasiado. Desde que se recuperaron las instituciones, hasta se valió de ellas para legitimarse. El cuadernillo de 28 páginas de su autoría, Aprendiendo sobre fútbol, editado en 2007 por el Ente Municipal de Deportes y Recreación (Emder), es la mejor prueba.
Entre los objetivos propuestos por el Emder y citados en el texto preparado por Bujedo, hay uno que, en manos del autor, se antoja una burla macabra: “Inculcar hábitos de vida democrática...”. La frase se completa con que esos hábitos deberán estar basados en “el respeto por el adversario, el árbitro y las reglas”. La carátula del trabajo tiene como ilustraciones una fotografía de Diego Maradona besando la Copa Mundial del ’86, el escudo de la AFA, un silbato y dos tarjetas, una amarilla y otra roja. El cuadernillo era de distribución gratuita y Bujedo logró que se lo divulgaran durante la gestión al frente del Emder del ex concejal marplatense Eduardo Antonio Benedetti, del Partido Acción Marplatense. El mismo que cumplió dos períodos en el Concejo Deliberante de General Pueyrredón: por el Frejuli entre 1973 y 1976 y por aquella fuerza local de 2001 a 2003, año en el que se separó y formó Reagrupamiento del Pueblo Marplatense (RPM).
Este político veterano, tan cercano a Eduardo Duhalde como a la iniciativa de que la ciudad balnearia creara su propia policía, siempre quiso manejar el Emder. Algunos proyectos pseudodeportivos que impulsó desde su banca lo corroboran. Uno tuvo que ver con la construcción de una pista de automodelismo (para autos en miniatura) en el Parque Camet. Pensaba que con ella se revalorizaría la zona. Durante su gestión en el Emder lo acompañó Bujedo, presidente de la sociedad de fomento del barrio San Carlos. Desde este espacio de compromiso social, el ex árbitro logró emular, en parte, lo que había conseguido el comisario Luis Patti (un represor más tristemente célebre) en octubre de 2005, cuando salió elegido diputado.
La diferencia es que a Bujedo se le permitió ocupar una banca abierta en el Concejo Deliberante en diciembre de 1997. El significado que tiene ese lugar en la caja de resonancia de la política marplatense es que lo ocupen los vecinos o instituciones para expresar sus opiniones, fundamentarlas y hasta reclamar por ellas. La ciudad la creó mediante el decreto 478 en 1994 y se transformó en precursora de esa modalidad que también adoptaron municipios como La Plata, Morón, Monte Hermoso, Zárate, Necochea y General Rodríguez, entre otros. El ex referí aprovechó la banca para exponer sobre los asentamientos irregulares de Mar del Plata y la forma en que se pretendía erradicarlos. Alegó contra esa política y en particular contra la decisión que pretendía desplazar a la Villa de Paso, un asentamiento cercano al acomodado barrio Los Troncos que tenía seis manzanas. Hoy, la mayoría de las 500 familias que vivían allí fueron mudadas a barrios de la periferia.
Bujedo no desaprovechó la posibilidad de reciclarse en la sociedad marplatense de ese modo. Le fue mejor que a su compañero de terna arbitral y de represión Angel Narciso Racedo, su superior en los grupos de tareas que delataban, secuestraban y hacían desaparecer gente. Los dos solían reunirse en la sede del gremio UTEDyC a partir del ’76 y está documentado que pertenecían a los Servicios de Inteligencia de la Marina. Bujedo es cinco años mayor y en la cancha mandaba como árbitro principal. Racedo, quien ahora cumple una pena de prisión domiciliaria en Punta Alta, obedecía en el papel de juez de línea. La jerarquía se invertía por las noches en los operativos clandestinos donde se definían la vida y la muerte. En esa circunstancia, el juez asistente se convertía en el Comisario Pepe, su nombre de guerra.
Sólo en Mar del Plata desaparecieron unas 290 personas entre el año del golpe y 1978, cuando se realizó el Mundial. La ciudad –una de las cinco sedes– sufriría antes, durante y después del torneo un ensañamiento mayor con el aumento de la cantidad de secuestros. Edgardo Gabbin, un trabajador portuario que fue detenido en 1977, para más datos ex futbolista del Club Nación de Mar del Plata, denuncia a Bujedo con la indignación de saber que puede cruzárselo por la calle. Explicó detalles de su cautiverio durante una charla en el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos marplatense, el lunes 18 de octubre. Contó que el ex árbitro participó en su secuestro durante la presentación del libro Deporte, Desaparecidos y Dictadura, auspiciada por Madres de Plaza de Mayo, HIJOS y el Sindicato de Prensa local. Hoy continúa en la lucha por el esclarecimiento de las desapariciones de sus compañeros. Memoria Portuaria es el nombre del grupo que intenta rescatar esas historias.
Bujedo, en cambio, como si fuera un lobo con piel de cordero, promueve las reglas del fútbol y el juego limpio. Así lo hacía en el cuadernillo de marras, que en su página 2 sugiere: “por eso el Emder, a través de los cuerpos colegiados, ha encontrado con toda seriedad un trabajo que debe servir para apoyar a los niños y padres en el conocimiento razonado de las reglas del fútbol”. El represor se empecina en dejar enseñanzas con la desfachatez que le brinda su impunidad.
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