DEPORTES › FUTBOL > RIVER Y BOCA JUEGAN ESTA NOCHE EL CLáSICO POSTERGADO
Demoras y discusiones trasladaron el partido para hoy a las 19. El equipo local llega con técnico interino y acuciado por la Promoción, mientras que a la visita la sacuden las internas y los rumores de renuncia de su entrenador.
› Por Ariel Greco
Luego de tanta espera, discusiones y polémicas, el superclásico por fin llegó. A partir de las 19, en el Monumental, River y Boca se verán las caras en un partido en el que los dos tienen mucho más para perder que para ganar. Para el conjunto de Núñez, ni siquiera un triunfo le permitirá salir de la Promoción, pero una derrota puede trastrocar los planes del presidente de club, Daniel Passarella, que pretende mantener al interino Juan José López al menos hasta fin de año. Para los visitantes, los tres puntos no tendrán mucho valor para la tabla, aunque una caída podrá complicar aún más el ciclo de Claudio Borghi.
Hace falta un duro trabajo de archivo para encontrar una previa de superclásico tan complicada. Ni siquiera resultó sencillo encontrar la fecha y la hora del partido. Pero luego de eso, los dos equipos han afrontado numerosos inconvenientes, como para que a ninguno le calce ni un poquito el mote de favorito a quedarse con el encuentro.
Por el lado de River (18 puntos, 12º a 12 puntos de los líderes Estudiantes y Vélez), la derrota en la última fecha ante All Boys terminó con la gestión de Angel Cappa, que fue despedido el pasado lunes, cuando el presidente soñaba con repatriar a Marcelo Bielsa o, eventualmente, confiaba en el regreso de Américo Gallego. Sin embargo, ocho días más tarde se quedó sin ningún candidato potable y espera que el interinato de López se prolongue, resultados de por medio, al menos hasta diciembre. Todo en medio de un clima interno convulsionado, con un balance que cerró con un déficit de 79 millones de pesos y con el fideicomiso para cotizar en la Bolsa que no se termina de concretar.
Desde el punto de vista futbolístico, Jota Jota contará con el retorno de Matías Almeyda, ya recuperado de la molestia que lo dejó 40 días fuera de las canchas. A partir del retorno del volante, el entrenador rearmará la mitad de la cancha con Walter Acevedo y Roberto Pereira, con Erik Lamela como enganche. La última pieza del rompecabezas la completará Ariel Ortega como acompañante de Mariano Pavone, luego de que se confirmara que Diego Buonanotte no está disponible para jugar 90 minutos.
En la vereda de enfrente, Boca (17 puntos, 15º, a 13 puntos de los líderes) tenía todo servido para llegar con más tranquilidad que su rival, más allá de resultados iguales o peores a los de su adversario. Sin embargo, sus propios protagonistas se encargaron de superar con amplitud los conflictos de River. Primero Borghi puso en duda su continuidad, con lo que disparó la interna dirigente, entre los que lo apoyan y los que lo quieren fuera del club por sus amagos de renuncia. Luego fue Martín Palermo el que calentó el ambiente con sus declaraciones, el día que estuvo marcado por la insólita presencia de un pastor que no pudo entrar al club. Y por último, la discusión entre el técnico y Cristian Lucchetti, que concluyó con el arquero desafectado del plantel que actuará en el Monumental y con una disputa que parece que se extenderá en el tiempo, ya que ayer siguieron la discusión en Casa Amarilla.
Más allá de los factores externos que complicaron la preparación de Boca, en el aspecto futbolístico también aparecieron inconvenientes. La tendinitis aquiliana que sufre Juan Román Riquelme no lo sacará del partido, pero no le permitió practicar bien durante toda la semana. Y algo similar sucedió con la molestia muscular de Lucas Viatri, que tampoco se entrenó a lo largo de la semana y, aunque en condiciones de jugar, será reemplazado por Pablo Mouche. La otra gran novedad estuvo en el aspecto táctico. Ante tantas presiones externas, Borghi resolvió dejar de lado la línea de tres en el fondo que lo acompañó en toda su campaña y presentará una formación con cuatro defensores, con Cristian Cellay y Clemente Rodríguez como laterales.
Como hace mucho tiempo que no ocurría, los dos llegan con más para perder que para ganar. Pero es un superclásico, con todo el significado que ello tiene.
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