Ya había insinuado y quedado en la puerta de la sorpresa en el partido del sábado, cuando cayó apenas por un gol frente a Polonia. Pero ayer el seleccionado argentino de handball la hizo realidad. Venció a Eslovaquia 23-19, en la tercera fecha del Mundial que se disputa en Suecia, y de esa manera dio un paso fundamental para clasificar a la próxima ronda del certamen. El resultado es histórico por donde se lo analice, pues se convirtió en la segunda victoria del conjunto albiceleste ante un rival europeo en mundiales.

Así, los dirigidos por Eduardo Gallardo suman 3 puntos cuando restan dos jornadas para concluir el grupo D. Hoy enfrentarán a los dueños de casa, y el jueves cierran el grupo con Chile. Con el batacazo de ayer, sólo necesitan la lógica: vencer a los trasandinos.

Más allá de las especulaciones, ante Eslovaquia se mostró nuevamente un rendimiento que fue de menor a mayor. Con problemas para anotar, otra vez el arco se cerró durante el primer tiempo, como había ocurrido en los dos encuentros anteriores. El elenco europeo evidenció su superioridad desde el comienzo, pero no fue contundente y le permitió a Argentina llegar al descanso apenas dos tantos abajo (9-7).

En el complemento se vio lo mejor del equipo nacional. Se impuso desde su columna vertebral. El arquero Matías Schulz volvió a ser una pieza clave con 17 atajadas. Diego Simonet repitió su desequilibrio como ante Polonia y la defensa eslovaca nunca supo cómo frenarlo. Federico Fernández estuvo intratable y convirtió 9 goles para erigirse como máximo artillero.

Con esos pilares, Argentina encontró el camino para llevarse esta victoria clave. La última vez que Argentina había vencido a un equipo europeo en un Mundial fue en Portugal 2003, cuando superó a Croacia en su debut en aquel torneo. Hoy es el turno de Suecia, el local, que en teoría debe vencer. En los siete duelos entre ambos, siempre ganaron los escandinavos. Pero el equipo albiceleste ya conoce de batacazos. Será cuestión de que los vuelva a poner en práctica.