No hubo lugar para la hazaña. Independiente intentó hacer un partido digno y no fue arrollado por su rival, pero a pesar del esfuerzo cayó 3-0 ante la Liga de Quito, que golpeó en el arranque de cada período y luego manejó el desarrollo. Así el Rojo se contagió de su mal momento en el certamen local en los torneos internacionales.

La doble vida de Independiente lo llevó a Quito con un equipo improvisado, con jugadores que habitualmente no vienen siendo titulares y con un esquema algo extraño. Por eso, el equipo de Mohamed tardó unos veinte minutos en hacer pie en el césped del Casablanca. El problema es que en ese segmento sufrió un gol, más producto de una desinteligencia propia que de virtud del rival: Barcos metió un pelotazo largo para Ambrosi, que debía ser de Gabbarini. Sin embargo, en su intento de cierre, Maxi Velázquez se llevó la pelota por delante, descolocó a Gabbarini y le quedó servida a Ambrosi para que convirtiera con el arco vacío.

Unos minutos más duró el desconcierto de Independiente, pero a partir de los 20 ya pudo equilibrar las acciones y generar algunas chances de peligro, sobre todo con los remates desde lejos de Núñez. Por el contrario, las posibilidades de Liga se tornaron más esporádicas y Gabbarini ya no pasó tantos sobresaltos. Distinta fue la historia en la segunda mitad. Liga salió con otra disposición y muy rápido encontró el segundo gol, que fue lapidario para las aspiraciones de Independiente. Barcos y Bolaños armaron una pared, que el volante ecuatoriano culminó con clase ante la salida del arquero. Entonces, el equipo de Mohamed se dio cuenta de que ya no le quedaban fuerzas para revertir el panorama y para colmo sufrió un nuevo gol tras un error de Gabbarini ante un remate de Urrutia.