“Era un trotamundos que no encontraba su lugar.” Así describe su trayectoria Santiago Silva. Desde que comenzó su carrera, en 1998, el delantero uruguayo cambió todos los años de equipo. Sin consistencia, supo, además de disputar el torneo de su país, conocer las ligas de Italia, Alemania, Portugal y Brasil, además de varios clubes argentinos. Recién en 2010 se asentó. Hoy es Vélez, que enfrenta esta noche a Universidad Católica, en Chile, el que capitaliza sus goles.

–Luego de pasar sin éxito por varios equipos a lo largo de su carrera, ¿qué fue lo que modificó para que, con 30 años, se consolide en Vélez?

–Es una cuestión de maduración y conocimiento que acompaña de la mejor manera a la realidad que vive el club. Creo que estoy llegando a una plenitud a partir de esas posibilidades que me brinda el entorno. Eso es lo que fundamentalmente se modificó. En el inicio de la carrera uno tiene prioridades y pone sobre la mesa ciertas necesidades que no van de la mano con la paciencia. Creo que les ocurre a todos. El futbolista no se pone a analizar cómo mejorar su rendimiento partido a partido, sino que pretende un salto de calidad rápido y efectivo. Muchos no tienen en cuenta que para mejorar se debe ir despacio. Yo fui peldaño a peldaño cuando comencé en Uruguay, y de un momento a otro caí muy fuerte cuando en Europa no me dieron la chance de mostrarme. Por ejemplo, en Chievo Verona no pude jugar ni un minuto. Vivía en el banco de suplentes. Eso te desmotiva. Para consolidarme necesitaba asentarme.

–Ya venía levantando su rendimiento antes de su segunda etapa en Vélez.

–Es verdad que, por ejemplo, fui una figura importante para que Banfield fuese campeón en 2009. Pero si me pongo a analizar, la clave para ese buen desempeño fue que los equipos en los cuales mostré mi mejor repertorio ya estaban armados y sabían perfectamente cómo jugar. Los equipos no se adaptan a los jugadores, sino que los futbolistas debemos saber de qué manera ensamblarnos en los equipos. Esto no quiere decir que depende todo del entrenador, pero cuando el plantel entiende y busca los caminos para ganar con una idea de juego, a los jugadores se nos hace más fácil y disfrutamos de salir a la cancha. Quizá por eso en Vélez logré una mayor cantidad de goles. Y para que eso se dé son fundamentales otras piezas indispensables como (Juan Manuel) Martínez y (Maxi) Moralez. Mi rendimiento creció con el tiempo porque el entorno me ayudó.

–¿Busca un salto a Europa para el último tramo de su carrera?

–Lo único que pretendo es seguir demostrando mi capacidad en el equipo que juego. Fui a lo largo de mi trayectoria un trotamundos que no encontraba mi lugar. No la pasé mal en las ligas que disputé y siempre que tuve la chance de mostrarme, mi rendimiento fue bastante regular. De todos esos pasos se saca un aprendizaje. Ir a Europa es uno de esos objetivos que aparecen cuando comenzamos a jugar al fútbol. Pero si se da mal, después es preferible no regresar. Las opciones nunca se descartan, pero creo que en este tramo estoy muy cómodo, creciendo día a día. Lo que busco ahora es salir campeón con Vélez y que el salto internacional sea con la Copa Libertadores.

–En ese sentido, hoy tiene un compromiso clave en Chile...

–Es un partido que va a definir nuestra situación. Debemos sumar los tres puntos. Universidad Católica nos sorprendió de local (ganó en Liniers 4-3), pero ese resultado dejó claro que el grupo es muy parejo y los equipos muy irregulares. Nos quedan dos finales de visitante (en la última fecha visita a Caracas en Venezuela) y hay que ganar para evitar complicaciones. Vélez tiene como prioridad la Libertadores y sería una decepción quedar afuera en la primera ronda.

Entrevista: Matías Quercia.