Ya sabe lo que significa. Dentro de la cancha, con sus goles, ayudó a que Vélez obtuviera su primera Copa Libertadores hace 17 años. Ahora, desde el otro lado de la línea de cal, quiere gritar nuevamente campeón. Ese es el objetivo de José Flores. Para que eso ocurra, el equipo de Liniers deberá dar vuelta el 1-0 en contra en las semifinales cuando reciba esta noche a Peñarol. El ayudante técnico de Ricardo Gareca asegura que a diferencia del de 1994, “este plantel tiene mayor creatividad, mejor dinámica y especialmente genera un respeto enorme de los rivales”.

–¿Cómo se revierte la derrota que trajo de Montevideo, sabiendo que Vélez no está acostumbrado en esta Libertadores a resultados adversos?

–El equipo tiene que estar fuerte mentalmente. No es sencillo dar vuelta una serie. Cuando la realidad está cuesta arriba, para cualquier plantel, por más que sea superior, se hace difícil. Vélez tiene fundamentos como para conseguir una victoria holgada en casa. Esta es la primera vez que definimos en Liniers, y acá demostramos que estamos en condiciones de llegar más lejos. Lo importante es no perder el estilo, ser conscientes de la importancia de las debilidades del rival y explotarlas para pasar a la final.

–Que no hayan convertido de visitantes, ¿genera incertidumbre al tener en cuenta que un gol de Peñarol complica el panorama?

–No haber marcado goles en Uruguay es una desventaja, porque terminamos con una caída. Es verdad que hay que tomar precauciones porque un gol de ellos nos complicaría. Sin embargo, el rival va a salir a defender el tanto que ya tiene. Se destacan por la fuerza de voluntad y lo aguerridos que son en estas instancias. Nosotros debemos doblegarlos con juego, con efectividad y con inteligencia a la hora de manejar la pelota. Vélez tiene argumentos como para superar a Peñarol sin problemas.

–¿Qué diferencia hay entre este Vélez y el de 1994, que consiguió la primera Libertadores de su historia?

–La contundencia a lo largo de esta Copa fue clave para que el equipo llegara hasta esta fase con tranquilidad. En 1994 nos convertimos en especialistas para pasar de ronda desde los penales (venció por esa vía a Defensor Sporting en octavos; Junior en semis y a San Pablo en la final). Aquél era un plantel más corto, con jugadores de una enorme personalidad y un sistema muy sólido, pero al que le faltó la creatividad y la dinámica que posee esta versión de Vélez. El equipo de Bianchi jugaba bien, entendiendo lo que afrontaba, pero con menos experiencia. Este tiene más aplomo y por eso genera un enorme respeto por parte de los rivales. Además, el recambio es clave.

–Quizás eso explique la distancia entre las campañas de uno y otro en el respectivo Clausura...

–Es que no es fácil afrontar la doble competencia. El Vélez actual es más estable, va partido a partido, con la suficiencia necesaria. Sabe lo que quiere, como aquel de 1994, pero no se conforma, busca superarse día a día. Hace 17 años no nos fue bien en el torneo local, pero porque nuestra prioridad era la Copa, y los resultados nos llevaron a elegir. Hoy la realidad no nos permitió optar por una o por otra competencia. La irregularidad del Clausura nos posibilitó ubicarnos punteros pese a no empezar de la mejor manera, y después no podíamos dejarlo de lado. Y por eso seguimos en la cima del torneo. La Libertadores, que es una debilidad obvia, la tenemos en la cabeza desde el arranque. Yendo partido a partido, el equipo se superó a sí mismo y hoy está a un paso de hacer historia.

–¿Cómo cayeron las dos derrotas frente a Lanús y Tigre, que volvió a poner en juego el Clausura?

–Nunca estuvo definido de antemano. Muchos dieron a Vélez como campeón hace varias fechas y hoy la situación es distinta. Depende de nosotros, porque todavía somos líderes. Será clave el cruce con Godoy Cruz, que está peleando ahí arriba. Pero la lucha va a ser como en la Libertadores, hasta el final. No es sencillo, pero queremos quedar en el recuerdo con este equipo y vamos en busca de todo.

Entrevistó: Matías Quercia.