Desde París

Ningún auto corre eternamente, y al argentino Juan Ignacio Chela le llegó ayer el turno de frenar en la estación de servicio para recargar su tanque de tenista, ese Torino que lo llevó al primer plano del tenis cuando ni él mismo lo esperaba. “Fue un gran torneo para mí, es la segunda vez que llego a cuartos aquí y la tercera en un Grand Slam. No lo esperaba a esta altura de mi carrera, a esta edad”, admitió Chela, de 31 años y 34º del ranking mundial, tras caer ante el británico Andy Murray en Roland Garros. Cuarto del ranking mundial, Murray se impuso a Chela 7-6 (7-2), 7-5, 6-2, y se medirá frente al español Rafael Nadal mañana por un lugar en la final del Abierto de Francia.

Chela dispuso de dos set points con su rival sirviendo 3-5 en el primer parcial y de otra pelota de set sacando 5-4, perdida con una doble falta, pero el argentino finalmente no pudo evitar la reacción del escocés. “Estoy muy contento, un poco triste por la derrota, pero tengo que estar contento”, insistió Chela. Y es lógico que lo esté. “Vuelvo a estar dentro de los primeros 20 del ranking mundial, me gustaría terminar dentro de los 20 el año. Es algo que también sirve para seguir motivado y creyendo en mí”, resaltó. El argentino se lamentó por la oportunidad perdida en el primer parcial. “Fue una picardía ese set, con estos jugadores tan buenos tenés unas pocas oportunidades y tenés que aprovecharlas. Luego siempre vine de atrás”, remarcó.

Pero Murray, una derrota lógica, ya es pasado. Y lo que le importa a Chela es que su futuro brilla inesperadamente. “La mayoría de los jugadores de mi camada están todos retirados”, recordó ayer, remitiéndose a aquel increíble Roland Garros 2004 en el que Gastón Gaudio ganó la final ante Guillermo Coria; David Nalbandian y Paola Suárez fueron semifinalistas y la jugadora ganó además el dobles. Aquella vez Chela cayó en cuartos ante un británico, Tim Henman, y esta vez la historia se repitió, aunque se tratara de un escocés, y no de un inglés. “Cuando regresaba a Buenos Aires tras ese torneo, una señora en el avión me preguntó cómo me había ido. Cuando le conté que había perdido en cuartos me agarró el hombro y me dijo: ‘Bueno, vos seguí que vas a llegar’. Ahora va a ser todo lo contrario, como estoy yo sólo, parece que hubiera ganado el torneo”.

El humor es una marca en el Chela “recargado”. Número 15 del mundo a mediados de 2004, cerró 2008 en el puesto 143, agotado y lesionado, pero fue escalando posiciones en los últimos dos años hasta llegar a la situación actual: desde el lunes será el número uno de Argentina. “Es otro premio, pero igual tengo claro que por los resultados del año Juan Martín (Del Potro) es el mejor de Argentina. Es sólo cuestión de tiempo que él lo sea, pero es un premio para mí.”

Chela es hoy más popular que nunca en Argentina. La televisión lo mostró ayer llegando a Roland Garros a bordo de un Torino, el mítico auto de fabricación argentina cuyo recuerdo recuperó el jugador en los últimos tiempos. El tenista llegó a las instalaciones del Bois de Boulogne con los periodistas de ESPN en un Torino amarillo propiedad de un francés amante del coche que durante años pobló las calles argentinas, pero que dejó de fabricarse en 1981.

La historia es conocida, y la volvió a contar ayer el propio Chela, que dos años atrás fue comparado por el capitán del equipo argentino de Copa Davis, Modesto Vázquez, con un viejo Torino al que no le resultaba sencillo “competir con los autos más nuevos”. Chela asumió la broma y desde entonces se autodefine como un Torino. Un auto que dura y dura... ¿Hasta cuándo? “El año que viene seguro que voy a jugar, porque voy a terminar con buen ranking. Y después, no sé. ¡Porque tendría que defender todos los puntos al año siguiente!”

En todo caso, al Torino Chela no se le olvida que hay más que tenis en el mundo: “Hoy (por ayer) mi mujer está viviendo un día importante, porque rinde en un rato su última materia de abogacía. ¡Ni debe haber visto el partido!”.