Dom 19.06.2011

DEPORTES  › A QUILMES SE LE DIERON LOS RESULTADOS QUE NECESITABA MENOS EL PROPIO

Olimpo pegó primero y lo mandó a la B Nacional

Para el espectador imparcial se trató del mejor menú posible: Quilmes y Olimpo no debían empatar, pues la igualdad condenaba a ambos. Los bahienses necesitaban ganar para escaparle a la Promoción, y los de zona Sur, vencer para evitar el descenso directo. Y en un encuentro sin fútbol y con total emotividad, el gol de Martín Rolle le vastó al visitante para llevarse una victoria que envió a su rival a la B Nacional y dejó a River con la obligación de revalidar su lugar en la máxima categoría.

La variedad estaba a disposición de aquel hincha sin club: las radios se multiplicaban para saber qué ocurría en los otros estadios, y los nervios consumían las energías tanto en las tribunas como en la propia cancha. Es que en el Centenario, los futbolistas estaban imprecisos, sin ideas y con muy poco juego. Sin embargo, el gol llegó rápido: a los ocho minutos, luego de un despeje de Federico Domínguez, Rolle amortiguó el remate con el pecho y después de aprovechar un rebote, se adelantó para definir con clase ante la salida de Tripodi. Así, los bahienses abrieron el marcador. Así, Quilmes descendía. Así, River a Promoción.

Para los hinchas locales, ése no fue el único mazazo. Desde La Plata llegaban las noticias de los dos goles de Gimnasia en el comienzo del encuentro con Boca, que derribaban las ilusiones de Caruso Lombardi y compañía. Pero no iba a ser todo tan simple. El elenco quilmeño no encontraba el rumbo en su estadio, pero desde otras canchas lo trataban de orientar. Al promediar la etapa inicial, en Avellaneda, Independiente superaba a Huracán, y Boca lograba el descuento. La radio estaba a todo volumen y se gritaban los goles que en el Centenario no se veían. ¿Y los hinchas de Olimpo? A puro festejo. Más cuando Silvio Romero le daba la ventaja a Lanús sobre River.

El fútbol quedaba para otro sábado, porque la angustia era la principal protagonista. Fundamentalmente cuando Tombolini y Galván chocaron en el área y el equipo que dirige Omar De Felippe se quedó sin su arquero titular. Pero el suplente no desentonó: Matías Ibáñez fue la gran figura del visitante. Atajó todo lo que le tiraron y cerró su valla pese a la cantidad de delanteros que acumuló Caruso Lombardi. El complemento fue un costal de nervios. Mientras los hinchas de Quilmes se agarraban la cabeza ante cada chance desperdiciada, los de Olimpo sufrían el gol de Lamela.

Tal era la emotividad que ni los periodistas tomaban notas. Con el oído pegado a la radio y los ojos puestos en el campo de juego, los minutos aumentaban la cuenta en forma proporcional al crecimiento de las pulsaciones. Para colmo, al unísono que Pezzotta marcaba el final, Lanús convertía, los simpatizantes de Olimpo festejaban, los de Quilmes lloraban y aplaudían, y aquel espectador imparcial quedaba atónito, sin poder creer todo lo que pudo vivir ayer en una cancha de fútbol.

Informe: Matías Quercia.

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