Vie 24.06.2011

DEPORTES  › OPINION

Sin lugar a la derrota

› Por Adrián De Benedictis

Las imágenes que se vieron el miércoles último en distintas canchas de fútbol volvieron a dejar en claro la falta de tolerancia y racionalidad ante situaciones desafortunadas. El aire que quedó esparcido es el de la no aceptación de la derrota, y la posterior consecuencia vinculada con la violencia a cualquier precio. Entonces, si un equipo pierde una categoría o un título es igual, no se admite ese resultado y habrá que hacerlo saber de la forma que resulte. El desempate que jugaron en la cancha de Boca por evitar el descenso Huracán y Gimnasia fue el inicio de una serie de hechos con el mismo final.

Los seguidores del conjunto de Parque Patricios decidieron romper comercios en los alrededores de la Boca, y hasta agredir a sus propios dueños, por el solo hecho de que su equipo había regresado a la B Nacional. Las fuerzas policiales actuaron y luego las escenas fueron todavía más dramáticas, cuando los uniformados rompían los vidrios de los micros que trasladaban a los barras, para hacerlos bajar de ahí y después detenerlos.

La historia continuó en Córdoba, con el ingreso de los “¿simpatizantes?” de River, quienes con total impunidad rompieron el alambrado para ingresar al campo de juego y tratar de intimidar a los futbolistas. Ni siquiera la final de la Copa Libertadores fue la excepción, y cuando Santos comenzaba los festejos por ganar el torneo, los propios jugadores de Peñarol fueron los que no soportaron la situación y todo derivó en golpes hacia los campeones, y luego enfrentamientos cuerpo a cuerpo con la policía brasileña.

La seguidilla se dio ayer en la puerta del estadio Monumental, nuevamente con los hinchas de River, que ya parecen percibir un marcador que no será el que pretenden alcanzar. En este caso, todavía queda un partido por jugar y la posición se puede revertir.

Esto que se vio en el resto del mundo durante la tarde de ayer, y sobre todo en las ligas superprofesionales como las europeas, habrá causado estupor. ¿Alguien podría imaginar que los hinchas del Manchester United entraran al campo de juego para agredir a sus jugadores por perder la final de la Champions League? Milan, Juventus, Roma, Fiorentina, grandes en Italia, les tocó jugar en la serie B y todo transcurrió con normalidad. Lo mismo sucedió para Atlético Madrid, y hasta el propio Barcelona jugó una Promoción a fines de la década del ’40. De este lado del mundo, estamos demasiado lejos de aceptar algo así.

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