Dom 02.03.2003

DEPORTES  › RIVER JUEGA EN SANTA FE MIENTRAS SUEÑA CON LA VUELTA DE ORTEGA

Esperan al Salvador (de Jujuy)

Con el convencimiento de que el jujeño puede resolver partidos y ayudar a descomprimir la situación actual, los dirigentes negocian en Turquía con un ojo en la Argentina, dónde el equipo espera que otro buen resultado, más allá del juego, el panorama se encamine.

› Por Pablo Vignone

Los simpatizantes de lo efímero no disimulan su ansiedad por el partido que disputará esta tarde River, ante Colón, en Santa Fe. Un mal resultado del equipo que entrena como puede el chileno Manuel Pellegrini produciría al instante toneladas de tela para cortar durante la semana. Acaso conscientes de que en Núñez los minuteros corren a velocidades superiores que en otros barrios porteños, la cúpula dirigencial está a pasitos del futuro teatro de operaciones de la barbarie imperial, en Turquía, tratando de comprar tiempo para sus planes, en la figura de un préstamo. El del Salvador de Jujuy, Ariel Ortega, al que suponen capaz de ganar partidos por sí solo –especie de la que adolece el plantel actual–, mágica capacidad para ir tirando hasta que aclare, o que sea la hora de contratar a Daniel Passarella.
Ortega pidió el salvavidas, y políticamente a Aguilar y Cía no les convenía hacer los desentendidos. Por lo que representa el jujeño en caudal de opinión pública riverplatense. Pero hace dos semanas que el jugador volvió al país y aunque Hernán Díaz –el secretario técnico, amigo del Burrito y mencionado por algunos como posible rueda de auxilio si Pellegrini se cae antes de lo esperado– no deja pasar un solo día sin explicar que Ortega está más cerca del retorno. Un regreso que se impuso con tanto afán que hasta favoreció la inesperada salida de Nelson Cuevas del plantel, una vez que el paraguayo había conseguido hacerse un lugar entre los titulares después de dos años de esfuerzo. ¿Para qué lo iban a retener si ese puesto es el natural del Burro? se preguntaron.
Pero la mala noticia es que el arreglo se hace esperar. Los dirigentes del Fenerbahce estuvieron por estas pampas y se volvieron con las manos vacías, y el viaje de Aguilar y Mario Israel a Turquía para tratar de sellar un acuerdo de último momento, indica que la negociación no es para nada sencilla. Es claro: estos turcos no venden beines ni beinetas, pagaron 7.5 millones de dólares y quieren recuperar parte de su (mala) inversión. River ofrece algo así como un palo verde por un año y medio de préstamo, aunque, con cara de póker, ambos bandos saben que Ortega no volverá a pisar jamás el territorio de la media luna.
Esa ambición por concretar el eterno retorno del jujeño parece destinada, además, a descomprimir la presión que asfixia a los devaneos del equipo. No hay nada parecido a una cama por parte de los jugadores. En la intimidad, aceptan que el chileno está desorientado, pero prefieren bancarlo, especialmente desde que Ramón Díaz aprovechó la situación para ofrecerse de manera pública y mediática. En el plantel, el riojano no tiene plafón: los únicos que lo bancaban eran Celso Ayala (desplazado) y Angel Comizzo, olímpicamente borrado por Pellegrini hace diez días, aunque la idea de colgarlo rondaba por la cabeza de los dirigentes ya después del último campeonato Apertura.
Los jugadores creen que ésta ha sido una mala racha, que comenzó a revertirse con la victoria contra los paraguayos de Libertad, el primer triunfo oficial de River en el año. Y se juran que, ganando hoy en Santa Fe, la borrasca habrá quedado atrás. Pero los desorientan ciertos señales del entrenador, al que diagnostican como fuente de parte de su desorientación. “No se puede cambiar cinco veces la capitanía del equipo” dicen algunos por lo bajo. “No podés pedirle a Andrés (D’Alessandro) que sea capitán un partido, y al siguiente mandarlo al banco”.
Pellegrini soporta mucha presión para cambiar su dibujo táctico, pero ya avisó que no piensa moverse en esa dirección. Ha sido permeable a ciertas sugerencias enviadas desde los altos mandos, que nunca le arman el equipo al técnico, pero que siempre quieren ser escuchados. Por ejemplo, la que le hicieron llegar concerniente a la posibilidad de que D’Alessandro jugara algo más adelantado en el campo, más cerca de Cavenaghi.
Sin embargo, no pueden quebrar la insistencia del técnico para jugar con el famoso “doble cinco”, un esquema que le ha dado resultados en SanLorenzo. “River no tiene los laterales ofensivos de, por ejemplo, Boca -explican– Garcé y Rojas no son Ibarra y Clemente Rodríguez, que se la pasan subiendo; si además pone a dos ‘cinco’, tenemos seis de los diez jugadores de campo sin posibilidades de manejar la pelota, sin chances de desequilibrio. Eso, en River, no se puede bancar mucho tiempo”. Ese esquema se verá también hoy en Santa Fe: Lucho González y el Pibe D’Alessandro se reservarán la función de generar fútbol para que Fuertes y Cavenaghi (que todavía no ha convertido un gol desde que resultó goleador del Sub-20 en Uruguay) traten de ganar el partido y, a la vez, confianza y tiempo.
Pellegrini confía en que una de sus figuritas, Horacio Ameli, le tranquilice el fondo, la base desde la cual reconstruir la calma, y confía en que otro buen resultado, aunque el equipo no produzca lucimiento, alejarán la tormenta, para que durante la semana los simpatizantes de lo efímero deban concentrarse en otro dudoso foco de conflicto. Todos piensan que, con un par de partidos ganados, pueden rescatar la chapa protagónica del fango, allí donde empezó a sumergirse en aquella fatídica noche del 05 en Banfield, y en donde se fue hundiendo sin remedio al perder con Boca en el Monumental y al no poder ganarle al clásico rival durante el verano.
Ortega puede ser muy útil en esa tarea de recapado. Util, inclusive, a ojos de intereses distintos.

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