Boca consiguió su tercer triunfo al hilo en la Copa Libertadores, que prácticamente lo clasifica para la segunda fase del torneo. Derrotó 2-1 al Barcelona de Guayaquil, en un partido que alternó buenas y malas pero que, con el concurso de Guillermo Barros Schelotto y Marcelo Delgado, se inclinó hacia el equipo local.
De arranque, Boca no sufrió complicaciones de riesgo con el Barcelona porque el equipo ecuatoriano parecía no estar a la altura de las circunstancias. El equipo que dirigió Jorge Solari se mostró como un conjunto excesivamente lento en el traslado, anunciado en las intenciones y, por sobre todo, muy flojo en la marca, lo que le permitió al equipo de Bianchi elaborar durante todo el desarrollo del encuentro buenas jugadas a lo largo de todo el terreno de juego.
Sin embargo, pese a las facilidades que encontró, Boca casi arranca en desventaja el partido, ya que a los 3, el paraguayo Brizuela logró complicar a toda la defensa local, aunque nunca con la claridad como para poder sacar un remate limpio al arco.
En cambio, Boca, en la primera oportunidad que tuvo, consiguió ponerse en ventaja. Fue tras un error en la salida del equipo visitante (el primero de los tantos en que incurrió a lo largo de la velada), lo que le permitió a González morder la pelota en el medio del campo, y habilitar a Delgado. El delantero habilitó a Barros Schelotto, que se filtró entre Hurtado y George, y definió con derecha, cruzando la pelota al segundo palo: el arquero Cevallos manoteó el balón pero no pudo detener su trayectoria. Y Boca se ponía en ventaja a los cinco minutos.
A la ventaja inicial le siguieron 20 minutos de dominio territorial y control de la pelota, que el equipo argentino logró plasmar en la red. Recién a los 27 Boca volvió a gozar de una clara chance de gol, cuando, a propósito de otra falla de la zaga visitante, Delgado remató de volea al arco un pelotazo de 35 metros que esta vez el arquero Cevallos, aún sorprendido, pudo desviar, con evidente esfuerzo.
Barcelona estaba en otra cosa: acudía con demasiada frecuencia al ejercicio de la pierna fuerte (lo que, entre otras cosas, provocó la salida de Caneo, lesionado) y ni siquiera jugaba bien la pelota. Pero Boca no hacía lo necesario como para poder liquidar el partido: la simpleza con la que lograba llegar al área rival no se correspondía con la precisión para definir.
Ese déficit era preocupante porque no dejaba al equipo ecuatoriano, que se quedó con diez ya en el primer período, demasiado lejos del empate. Ayoví estuvo muy cerca de anotarlo cuando, tras un error conjunto de Crosa y Burdisso, sacó un disparo que logró contener Abbondanzieri.
Eso siguió en el complemento: a Boca le costaba llegar e interceptar en la zona de volantes el juego visitante, que comenzó a tocar y generar situaciones de peligro, sin que se notara el hombre de menos. Abbondanzieri le sacó un mano a mano a Brizuela en dos tiempos, y luego desvió al corner un remate de Ayoví.
Graziani y Brizuela se agrandaban, y Boca recién se despertó con un mano a mano de Delgado con Cevallos. Cuando el partido se había emparejado, Ezequiel González se fue por doble amonestación. Pero Boca se cobró el bajón al minuto, cuando Delgado puso el 2-0: tras una larga corrida, en la que le ganó a Casado, le tiró un caño que pegó en la pierna del volante y entró en el segundo palo. Graziani descontó después de haber hecho jueguito en el área: de media vuelta sacó un remate cruzado al segundo palo.