Sin juego ni entusiasmo, Lanús y Tigre aburrieron en el Sur e igualaron 0-0. El empate le permitió al conjunto que dirige Gabriel Schurrer alcanzar los ocho puntos y a su vez terminar con la valla invicta por cuarto encuentro consecutivo. Para el elenco de Victoria significó una unidad que le brinda aire en los promedios.

El local comenzó con mayor intensidad, buscando alternativas en el ataque a partir de la velocidad que podía imprimir César Carranza. Tanto por izquierda como por derecha, el ex Chicago fue el más inquieto a la hora de generar peligro. Y la más clara llegó desde sus pies con un tiro libre que pasó rozando el palo. Además, con la inclusión de Barrientos como titular, en reemplazo del lesionado Diego Valeri, Lanús encontró frescura en el mediocampo. Sin embargo, fue perdiendo fuerza con el correr de los minutos y, si bien el visitante no tuvo demasiadas ideas, logró ascender en el campo de juego. Con Morales como eje, se aproximó al área rival, pero careció de dinamismo para destrabar el resultado.

El equipo que conduce Rodolfo Arruabarrena estuvo cerca de romper el 0-0 cuando a falta de diez minutos para el cierre del primer tiempo, luego de un rebote tras un corner, Diego Castaño no pudo empujar la pelota en la línea porque Carlos Izquierdoz se lo impidió al interponer su cuerpo, que estaba tendido en el suelo.

Era poco lo que ocurría y el complemento continuó con el mismo panorama con el que había concluido la etapa inicial. Sin fútbol, las ocasiones de gol no aparecían. Hubo que esperar hasta los 66 minutos. En ese instante entró a la cancha Neira. Agilidad para avanzar en los últimos metros y gambeta para dejar desairados a los defensores fue la síntesis que aportó el ex Gimnasia, y que le dio a Lanús la agresividad que necesitaba.

Primero asistió a Regueiro, que ganó la cuerda por la izquierda y remató cruzado pero sin puntería. Luego le puso la pelota en la cabeza a Goltz, pero García se lució enviando la pelota al corner.

Aun así, no se modificó el tanteador y hacia el final hasta el propio Neira se envolvió en la monotonía de un partido que dejó un 0-0 para olvidar rápidamente.