DEPORTES › EL úLTIMO GRAND SLAM DEL AñO, SUSPENDIDO POR EL AGUA
Después de la apabullante victoria de Roger Federer sobre Juan Mónaco en la madrugada de ayer, se abrieron las compuertas del cielo y se mojaron las chances de Nadal y Murray, mientras el suizo y Djokovic se ven favorecidos.
› Por Sebastián Fest
Desde Nueva York
A Novak Djokovic y Roger Federer se les debe haber escapado más que una sonrisa en sus respectivas suites en Manhattan. Instalados ya en los cuartos de final del US Open, la intensa lluvia que comenzó a caer en la madrugada de ayer sobre Nueva York les da una importante ventaja sobre sus rivales directos. “Se suspende la jornada diurna y nocturna”, dijo la organización a las 13.40 (local, 14.40 de Argentina), confirmando los peores temores del español Rafael Nadal y el británico Andy Murray, “atascados” en los octavos de final y, peor aún, con pronóstico de tampoco poder jugar hoy.
La lluvia cae, y no sólo Nadal y Murray pierden. También lo hacen el español David Ferrer y el estadounidense Andy Roddick, rivales entre sí, así como el estadounidense John Isner y el francés Gilles Simon, al igual que parte del torneo femenino. Pierden los jugadores, pero también pierde, y más que ninguno, el propio torneo, al que la madre naturaleza retrata sin piedad: el US Open está desfasado en el tiempo. El Abierto de Australia tiene desde hace años dos estadios con techo retráctil, y hasta el hipertradicionalista Wimbledon “profanó” su court central para dotarlo desde hace tres años de un techo que permite imponerse a la pertinaz lluvia londinense. Roland Garros ya anunció planes para ampliar sus instalaciones en los próximos años y techar dos estadios.
El US Open, en cambio, sigue en un limbo. La última gran modificación se inauguró en 1997, con la aparición del estadio Arthur Ashe, el escenario de tenis más grande del mundo, que relegó a court secundario al ya de por sí enorme Louis Armstrong.
No hay definiciones concretas acerca de un techo retráctil en Flu-shing Meadows donde, de todos modos, la napa de agua subió tanto en los últimos años que en breve habrá que mover de sitio el Ashe y el Armstrong, aseguró la publicación Insidetennis. Sorprenden las dudas, porque en los últimos tres años el clima del final de verano en la costa este norteamericana le viene demostrando a la Federación Estadounidense de Tenis (USTA) que debe tomar la iniciativa.
Las finales de 2008, 2009 y 2010 debieron jugarse en lunes debido a la lluvia, y tras una primera semana sin problemas –salvo la tormenta tropical Irene en el fin de semana previo–, el Abierto de Estados Unidos se encuentra con que 2011 también podría tener final en lunes. ¿O en martes? El pronóstico del tiempo indica lluvias para hoy y mañana, precipitaciones que regresarían el sábado y el lunes. Semejante panorama genera serios problemas organizativos, económicos y logísticos, pero también desequilibrios e injusticias en lo deportivo.
Nadal, Murray, Ferrer y Roddick se verán sometidos al desgaste de esperar en un torneo tomado por el frío y la humedad a que el cielo se abra. Y, si la lluvia cede, jugarán de todos modos en días consecutivos o incluso verán empezar e interrumpirse sus partidos, lo que multiplica los nervios y el cansancio.
Federer (en estado de gracia en la madrugada de ayer ante el argentino Juan Mónaco, al que derrotó con un implacable 6-1, 6-2 y 6-0), Djokovic, Jo-Wilfried Tsonga y Janko Tipsarevic disfrutaron ayer del descanso y hoy ya podrán comenzar a preocuparse, porque les tocaría jugar a ellos. Pero claro, antes esperan Nadal y compañía.
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