DEPORTES › RUBéN MAGNANO, EL TéCNICO ARGENTINO QUE DIRIGE A BRASIL
Por primera vez, desde que dirige a la selección brasileña, se enfrentará a varios de sus ex dirigidos de la Generación Dorada en suelo argentino. “No hay muchos equipos que tengan figuras como Ginóbili, Nocioni, Scola o Delfino.”
› Por Ariel Greco
Desde Mar del Plata
Para Rubén Magnano, hoy será un día especial. Por primera vez, desde que dirige a la selección de Brasil, se enfrentará a varios de sus ex dirigidos en suelo argentino. Con una camiseta diferente volverá a medirse ante algunos de los jugadores que le dieron su mayor alegría como entrenador, como fue la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, y ante un público que cada noche le viene regalando ovaciones emocionantes, a pesar de estar sentado en el banco del clásico rival. Pero el destino le jugó una mala pasada al cordobés: el cruce será justo un año después del partido de los octavos de final del Mundial de Turquía, cuando Argentina se impuso 93-89 con una notable actuación de Luis Scola y eliminó a su conjunto prematuramente del torneo, algo que ahora no quiere que se repita: “Tenemos que evitar el cruce con Argentina en las semifinales”.
“Siempre es especial enfrentar a la Argentina, pero ese duelo ya lo procesé y no tengo nervios”, aseguró Magnano. Justamente un año atrás, el 7 de septiembre de 2010, se dio el primer cruce por los puntos, en aquel recordado partido en Estambul. Unos días antes, como preparación para el certamen, se habían cruzado en la Plaza de Toros de Logroño, donde también se había impuesto Argentina 77-73. “En España y Turquía ya me tocó estar enfrente de un equipo argentino. Es una sensación extraña”, resaltó el entrenador, que igual sabe que esta vez será diferente por la presencia del público local en las tribunas. “Este tendrá un agregado que no tuvieron los otros: la hinchada argentina detrás. Veremos cómo respondemos a esa situación”, aclaró el cordobés.
Y no es un detalle menor. En cada partido, la gente lo ha ovacionado, sobre todo antes del partido ante Dominicana. “Me sorprendió para bien ese reconocimiento. No me lo esperaba. Me estoy dando cuenta de que me estoy volviendo mucho más sensible y me emocionó mucho. Me puso muy feliz. Como decimos todos en este tipo de circunstancias, es lo que se lleva uno después de haber estado tanto tiempo al frente del equipo. Me enorgullece ese reconocimiento”, aseguró el cordobés, que casi llegó al llanto ante las ovaciones que le tributó el público.
Otro dato que no se debe pasar por alto son las presencias y ausencias respecto de aquel juego de Estambul, que se definió con diez puntos seguidos de Scola en el último parcial. En el equipo argentino no estaban ni Emanuel Ginóbili, que había renunciado antes del certamen por el nacimiento de sus mellizos Dante y Nicola y por presiones de San Antonio, ni Andrés Nocioni, que se había resentido de un esguince de tobillo y Philadelphia lo había obligado a abandonar el torneo un par de días antes del comienzo. Por el contrario, ahora los ausentes ilustres están del lado brasileño. A diferencia de lo que ocurrió en Turquía, Brasil no cuenta con el pivot Anderson Varejao ni con el escolta Leandrinho Barbosa, autor de dos triples consecutivos en el último cuarto que parecían sentenciar el partido, pero respondidos casi de inmediato con dos bombas de Hernán Jasen para volver a nivelar el tanteador.
Más allá de los antecedentes y de los sentimientos que le provoca tener que medirse ante sus ex dirigidos, Magnano, más que nadie, sabe del potencial del conjunto de Lamas. Por eso, no duda en admitir que es el rival que quiere evitar en el eventual cruce por el pasaje a los Juegos Olímpicos en las semifinales del sábado. “Tenemos que evitar el cruce con la Argentina. Es preferible no tener que enfrentarlos. Por eso deberemos estar entre los tres primeros”, resaltó el ex entrenador de Atenas, cuatro veces campeón de la Liga Nacional. “Argentina es un equipo temible cuando aprieta el acelerador y despega de los demás. Da esa sensación de que se va del partido, que se desconcentra, pero se recupera y es como si un camión te pasara por encima”, graficó Magnano, que dirigió al equipo en el título del Premundial en Neuquén 2001, el subcampeonato mundial en Indianápolis 2002 y la medalla dorada en Atenas 2004. Y al resaltar la mayor virtud, el DT no tuvo inconvenientes en mencionar nombres propios: “No muchos equipos tienen en su plantel figuras como Ginóbili, Nocioni, Scola o Delfino. Y también hay mucho recambio en el banco”.
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