“Jorgito murió haciendo lo que él quería. El quería la fama como su padre, tenía sus genes y le encantaba ser famoso. Murió en su ley. Si hubiera querido elegir una muerte hubiera sido ésa.” Así despidió Vilma, su madre, a Jorge Martínez Boero (h), fallecido el domingo en la primera etapa del Dakar y cuyos restos recibieron sepultura ayer en su ciudad natal, Bolívar. Vilma era la mujer de Jorge “El Gaucho” Martínez Boero, que fuera campeón de Turismo Carretera en 1982, hace tres décadas, y llegó ayer, de urgencia al enterarse de la triste noticia, procedente de los Estados Unidos. Su marido había muerto en 2004.

“Cuando me llevó a tomar el avión a Ezeiza me saludó y me dijo: ‘No sé si te voy a volver a ver’”, relató, emocionada, en el velatorio. La mujer de Martínez Boero, Belén, debió ser atendida por los médicos, presa de una crisis. “Lo voy a recordar como una persona buenísima, un recuerdo lindo, pero me va a costar asumir que se murió –afirmó Vilma Martínez Boero–. No me voy a poder resignar fácilmente. Lo voy a seguir amando toda mi vida.”

El infortunado piloto de motos tomaba parte de su segundo Dakar: en 2011 se había desbarrancado en el norte de Chile y tardaron ocho horas en rescatarlo. Su participación en el 2012 tenía también un fin solidario. Martínez Boero era un pequeño productor agrario de 38 años, que hizo sacrificios para poder tomar parte de este Dakar. Según reveló un amigo suyo, Pablo Serna, días antes de la largada se vio obligado a vender su auto particular para llegar al presupuesto necesario a fin de completar la carrera.

Serna vio el accidente en el que perdió la vida su amigo, y en el velatorio relató las circunstancias en las que se produjo. A diferencia de los demás competidores, que avanzaban por el camino de tierra ocupando la zona central o la mano derecha, Martínez Boero avanzaba a velocidad por la parte izquierda, poco transitada. La moto se descontroló entonces al impactar contra un montículo de tierra mezclada con arena. El piloto voló por el aire, pegó contra un terraplén y volvió a volar hasta quedar inmóvil sobre el piso. El primer golpe le produjo un traumatismo en el tórax que derivó en un paro cardíaco. “La asistencia vino muy pronto y lo reanimó, yo me quedé acariciándolo –relató su amigo–. El helicóptero vino muy pronto, pero yo no quise acompañarlo, porque lo vi muy delicado.” Martínez Boero no llegó con vida a Mar del Plata, adonde era trasladado.

Por el velatorio pasaron pilotos de otras épocas y compañeros de aventuras. También estuvo la madre de Juan José Barbery, ex compañero de secundaria y que corría el Dakar en equipo con Martínez Boero. Barbery siguió en carrera, lo mismo que Pablo Cid de la Paz, que también compartía el equipo. Barbery no había llegado anoche al final de la segunda etapa, en San Rafael, mientras que Cid de la Paz lo había hecho en el puesto 126º de la clasificación general.

Con un sol que elevaba a casi 40 grados la temperatura, el féretro llegó al cementerio de Bolívar luego de atravesar la ciudad, que salió a la calle a la hora de la siesta, para despedir los restos del fallecido piloto. Vilma, la madre del piloto, había conseguido llegar en horas del mediodía. El intendente, Eduardo Bucca, estuvo constantemente junto a la familia y acompañó a una de las hermanas de Martínez Boero a realizar los trámites de traslado desde Mar del Plata. Luego decretó tres días de duelo administrativo en la ciudad.

En el cementerio, su esposa agradeció las muestras de apoyo y cariño recibidas, tras lo cual amigos, familiares y allegados presentes estallaron en un aplauso. Los restos del piloto descansan en la bóveda familiar junto a los de su padre, a quien quería homenajear en esta competencia, avivando la memoria de las tres décadas transcurridas desde la conquista del título de Turismo Carretera, en diciembre de 1982, con un Ford.