Desde Melbourne

Mil partidos jugados, 2002 sets ganados y la ambición y el juego intactos a los 30 años: el suizo Roger Federer derrotó ayer al argentino Juan Martín Del Potro para avanzar a las semifinales del Abierto de Australia, dándole una clase de tenis y solidez mental a su rival. Número tres del mundo, Federer se impuso 6-4, 6-3, 6-2 en 119 minutos, y se enfrentará el viernes en una nueva edición del clásico del tenis moderno con el español Rafael Nadal, que venció al checo Tomas Berdych.

“Sé cómo juega Juan Martín, él sabe cómo juego yo. Hemos jugado algunos grandes partidos el uno contra el otro. Y como yo sabía lo bien que venía jugando, mi esperanza era tener un buen inicio”, explicó el suizo tras el partido. Pero lo de Federer en el comienzo fue bastante más que un “buen inicio”. El suizo había pasado la previa al partido jugando a las cartas en la sala de jugadores. Bastó que entrara al Rod Laver Arena para que su rostro sonriente y andar relajado se transformaran. Bajo el ardiente sol del verano australiano, Federer fue una fiera.

En el día de su partido número mil, el suizo no tuvo piedad y puso contra la pared al argentino ya desde el primer punto. Prácticamente no lo dejó respirar, y pronto se adelantó 3-0. “Fue un gran partido, difícil por el sol que había y la sombra que cubría la cancha”, explicaría el suizo, que elogió a su rival. “Juan Martín es un jugador maravilloso, y tuvo un buen torneo. Lo siento por él, pero sigo adelante y espero seguir avanzando”, añadió Federer, que casi duplicó a Del Potro en tiros ganadores, 38 contra 20.

Del Potro, que no pudo repetir lo hecho en la final del US Open 2009, en la que derrotó al entonces número uno, analizó sin miramientos lo sucedido. “La verdad que jugó bárbaro. El falla más con su revés, pero hoy no. Tiene una de las mejores derechas del circuito, si no es la mejor, y que le pegues fuerte y te vuelva aún más fuerte no está bueno”, comentó el argentino, “top ten” desde la semana próxima.

Fue en parte por esa derecha que Del Potro necesitó 20 minutos para ganar su primer juego y recortar distancias a 1-3. De a poco, el tandilense comenzó a levantar su nivel, pero entre los datos importantes del partido estaría su incapacidad para aprovechar las situaciones favorables que dispuso. Una clara fue en aquel primer set. Del Potro sacaba 4-5 y podía igualar el partido, pero Federer lo apuró con una sucesión de tiros ganadores para quebrarlo nuevamente y llevarse el set en 43 minutos.

Bajo un fortísimo calor, el partido incluyó muchas conversaciones entre Del Potro y el juez de silla acerca de los tiempos entre saque y saque, entre otros temas. El argentino, incluso, mostró generosidad con Federer tras ser favorecido por el sistema electrónico “hawk eye” (ojo de halcón), que le dio como suyo un punto inicialmente adjudicado al rival. “¿Te molestó? La repetimos”, le dijo Del Potro a Federer cuando ambos estaban cerca de la red. “Noooo...”, le respondió el suizo, ya de espaldas y yéndose. Federer detesta el “hawk eye”.

En el segundo set, Del Potro volvió a dejar pasar una buena posibilidad, porque dispuso de cuatro break points para quedar 4-5 con su servicio. Pero la aceleración o el ángulo extremo en el momento justo fueron siempre del suizo, no del argentino. Federer luchó, gritó y se llevó en 45 minutos el segundo parcial por 6-3.

El tercero comenzó con el europeo quebrando el servicio rival. Del Potro tendría algunos arrestos de buen juego, pero el hombre al que muchos consideran el mejor tenista de todos los tiempos ya estaba demasiado lejos. Pensaba en el próximo partido incluso antes de cerrar la victoria sobre Del Potro con un impecable revés paralelo. “¿Verás el partido de Nadal y Berdych esta noche?”, le preguntó en la cancha el ex doblista Todd Woodbridge. “Es lo más probable”, respondió Federer con cierta displicencia. Pero en la sala de prensa dijo lo que todos esperaban escuchar: “Me gustaría jugar con Rafa. Recuerdo la final épica de hace unos años (2009). Quisiera tener otra vez la posibilidad de enfrentarlo aquí”. Seis horas después, el deseo de Federer se hizo realidad.