DEPORTES › FUTBOL > DIEGO MARADONA EN DUBAI, DONDE LLEVA CASI UN AñO COMO ENTRENADOR DEL AL WASL
Diego asegura que quiere quedarse en los Emiratos y transformarse en manager, porque cortó todos sus vínculos emotivos con la Selección, pero afirma que si Boca lo llamase vendría “caminando” a dirigirlo. Curiosos consejos a Riquelme.
› Por Daniel García Marco
No sólo no se va, sino que quiere renovar su contrato: Diego Maradona aseguró que desea continuar en el Al Wasl de Dubai, donde además pide ampliar sus funciones y ser un manager plenipotenciario, a la inglesa. “Me encantaría cumplir mi contrato y volver a renovar y ser una especie de Arsene Wenger en el Al Wasl”, aseguró en una entrevista con la agencia DPA en los Emiratos Arabes Unidos, donde Maradona entrena al equipo de Dubai desde mayo de 2011.
El viernes logró la clasificación a las semifinales de la Copa Etisalat, lo que lo confirmó en su deseo de continuar para que “el equipo crezca cada día”. Ni siquiera una supuesta oferta de su amado Boca le haría cambiar de idea al astro de 51 años. En la Bombonera se reencontraría con un Juan Román Riquelme que abandonó la Selección Argentina por desavenencias con Maradona, por entonces el técnico.
“Yo amo Boca, si me llama por desesperación voy caminando. El tema es que sé que Boca no está desesperado”, afirmó. “Yo, mientras tenga trabajo y pueda descargar todo lo que viví durante mucho tiempo dentro de un vestuario, dentro de una cancha, podría hacerlo tranquilamente en el desierto”, asegura sin mostrar más ambiciones, ya que se toma su trabajo en Dubai como si entrenara a “Real Madrid, Barcelona, Boca o Bayern Munich”.
–No, cuando se ponga bien, lo traeré. Acá hay mucho para trabajar, me gustaría quedarme cada minuto para que el equipo crezca cada día, no se entregue. Los chicos pueden sentir que pueden llegar a mejorar cada día.
–Yo no lo tomo como experiencia, lo tomo como entrenador que soy y lo tomo como si estuviera dirigiendo al Real Madrid, al Barcelona, a Boca o al Bayern Munich. No hago diferencias, para mí esto no es experiencia, es mi trabajo, de esto es de lo que vivo y mi pasión, no sabría vivir de otra manera.
–Sí, pero es que he vivido diez años alejado de mi país. Siete años en Italia, dos en Barcelona, uno en Sevilla. Siempre estuve lejos del país.
–Cuando a uno lo tratan bien... Estamos bárbaro, se puede trabajar acá, acá se puede entender a la gente, hay mucho respeto y por sobre todas las cosas, gusta el fútbol. Es una bendición que en un país tan lejano gocen del fútbol.
–Me gustaría renovar porque me gustaría cumplir un proyecto que tengo a largo plazo, más que nada por los chicos de 14, 16, 18 y 20 años, para demostrarles que no sólo es el dinero, que el dinero es importante para todo el mundo, pero que la gloria no se compra.
–Me gustaría serlo, hoy no lo soy, pero me gustaría serlo.
–Tendremos que hablar.
–Lo tenía más fácil allá con Lio (Messi), con el Kun (Agüero), con (Carlos) Tevez, con (Javier) Mascherano. Pero mientras tenga trabajo y pueda descargar todo lo que viví durante mucho tiempo dentro de un vestuario, dentro de una cancha, lo podría hacer tranquilamente en el desierto, tranquilamente, así que pueden cambiar los jugadores, los nombres, pero la pasión que uno lleva dentro no la cambia nadie.
–Yo amo Boca, si me llama por desesperación voy caminando. El tema es que sé que Boca no está de-sesperado, que Boca tiene un gran técnico, con idas y venidas. Y a mí me encantaría cumplir mi contrato y volver a renovar y ser una especie de Arsene Wenger en el Al Wasl.
–Ninguno, en absoluto, pero a Riquelme lo haría jugar como yo quiero, 15 metros más adelante y eso no me lo saca nadie de la cabeza. El problema con Riquelme no es un problema personal, porque si lo quieren hacer personal, que lo hagan. Yo no soy amigo de Riquelme ni Riquelme es amigo mío, es un tema de que quiero que juegue 15 metros más adelante para que él pueda o romper el arco o dar un pase gol o ser definitorio.
–Yo quiero que toque diez pelotas y me juegue cinco buenas a que me toque 30 en mitad de la cancha y toque 25 mal.
–Será un problema de él, yo trataría de decirle: “Mirá, si vos tocás 30 veces la pelota y no le das de comer a tus compañeros, tus compañeros no te van a respetar, pero si tocás diez pelotas y das seis pelotas de gol a tus compañeros, vas a ser el líder”.
–No la veo, no la veo.
–No puedo, es más fuerte que yo. Después de que me fui no vi nunca más un partido de la Selección.
–Porque me duele el corazón.
“Estamos bárbaro”, asegura Diego Maradona sobre la vida en Dubai. Apenas 25 minutos en auto separan las instalaciones del Al Wasl, su equipo, de la elitista isla artificial con forma de palmera Jumeirah Palm, donde se hospeda en una Royal Residence del hotel Jumeirah Zabeel Saray.
En la recepción, una joven toca el arpa, los chorros de las fuentes dibujan cabriolas y alambicadas lámparas cuelgan de los techos. Anexas al hotel, las residencias reales, una serie de villas exclusivas a un precio de más de 1300 dólares la noche. En una de ellas, rodeados de un mar azul limpio, viven Maradona y familia en Dubai, una ciudad mezcla de Miami, Las Vegas, Montecarlo y Estambul.
En el horizonte, tamizado por el polvo de una de las habituales tormentas de arena, la skyline de Dubai Marina, el nuevo sitio de moda para los millonarios, quizá porque desde la distancia se parece a Manhattan. Al otro lado, el enorme hotel Atlantis on the Palm, la copa de la palmera. Allá donde la vista no llega y a seis horas en barco, Irán.
Más cerca, el Burj al Arab, un edificio con forma de vela de barco que acoge al hotel más caro del mundo, el primero de siete estrellas. Y por encima de todos los rascacielos, el Burj Khalifa, el más alto del mundo, con más de 820 metros, aunque a veces el polvo lo oculta.
Todos esos hitos arquitectónicos superlativos, propaganda de la buena salud financiera de los Emiratos Arabes, uno de los países “top” en cuanto a PBI per cápita, los puede ver Maradona a bordo de su Audi Q7 blanco camino del pequeño estadio del Al Wasl, que cuenta, como es costumbre, con una pequeña mezquita contigua.
En las banquinas de la Sheik Zayed Road, principal arteria de Dubai, con seis carriles a cada lado, se acumula la arena. Al costado, numerosos centros comerciales y paradas de ómnibus cerradas y refrigeradas. La agradable temperatura de marzo se torna insoportable en verano, cuando se superan los 50 grados.
El calor en torno de Maradona sí ha descendido. “Ahora todo se ha calmado mucho”, asegura un periodista local del diario Gulf News. La maradonamanía que se desató a su llegada, en mayo de 2011, apenas se siente, pese a que el astro argentino defiende que en los Emiratos se vive mucho el fútbol.
Al jugar en el “exilio” de Baniyas, a 150 kilómetros del estadio del Al Wasl, muy pocos espectadores había en el estadio para ver cómo el equipo batía 4-3 al Al Yazira el viernes y se clasificaba para las semifinales de la Copa Etisalat. Nueve periodistas asistieron a la rueda de prensa post partido. Podría ser peor: fueron apenas tres para escuchar, dos días antes, al entrenador español del Al Ahli, Quique Sánchez Flores.
“Para el mundo árabe, tener aquí a Maradona es una referencia mundial. Como Pelé, Cruyff y Di Stéfano: lo que diga y cómo lo diga en cada momento va a interesar, siempre es un lujo tenerlo aquí”, dijo Sánchez Flores sobre el astro.
Un lujo y un espectáculo, tanto durante el partido como después, cuando se enfrenta a los medios junto a dos traductores. Ahí maneja el escenario forzando, por ejemplo, que alguien lo llame al celular para que todos los presentes escuchen el tono en el que se aprecia la voz de Benjamín, su nieto, el hijo de Sergio “Kun” Agüero y Giannina Maradona, debilidad del “D10s” y protagonista habitual de las ruedas de prensa.
También hace guiños muy bien vistos en la región. “Visitar a (la selección de) Palestina para mí es como que Benjamín me dé un beso. El pueblo palestino necesita que lo ayudemos entre todos, y yo estoy a disposición de Palestina. Soy el hincha número uno de Palestina.”
Nueve meses después de su llegada, sin embargo, Maradona no ha atraído a otros grandes nombres al desierto. Nadie siguió al italiano Fabio Cannavaro en su paso por los Emiratos, donde los niños, siguiendo la impronta del imperio británico, no juegan a medianoche en los amplios estacionamientos al fútbol, sino al cricket.
“No sé si seremos la perfección, pero buscamos siempre el arco de enfrente, tratamos de llegar al arco de enfrente jugando bien al fútbol y creo que eso le hace bien a todo el fútbol de los Emiratos. Fueron siete goles, es un espectáculo hermoso ver siete goles”, se reivindicó Maradona el viernes tras un encuentro entre equipos de defensas muy débiles que sólo vieron 317 espectadores.
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