Quienes llevan minuciosas planillas llenas de antecedentes vinculadas con las estadísticas omitiendo casi siempre, ya sea por desinterés, conveniencia o simplemente ignorancia, cualquier referencia al juego, sin embargo se han saltado al rango algunas cuestiones que les conciernen.

Seguramente saben de los ancestros genealógicos de Hurst, aquel arquero de Platense que en la década del ’70, y en aquella final contra Estudiantes de la Plata, posibilitó con sus errores la gestación de la nefasta era que con la matriz de Osvaldo Zubeldía como entrenador siguió hasta nuestros días como “bilardismo”. También conocen al dedillo el paso de Carlos Griguol por el fútbol español, pero omiten cualquier referencia a su gestión en el club Betis –que descendió con Griguol como entrenador– y cuya reconocida menesterosidad futbolera hizo que no reconociera al brasileño Denilson como titular indiscutido en el equipo que tenía a su cargo.

Y en este “juego” de permanentes y antojadizas puntualizaciones y omisiones, no hay referencias a la desastroza trayectoria de Miguel Angel Russo a su último paso por Estudiantes de La Plata. En especial si se tiene en cuenta que Russo es uno de los preferidos del establish-ment, tanto que cuando semanas atrás se puso en duda la continuidad de Falcioni en Boca no faltaron quienes comenzaron a operar para que el ex jugador de Estudiantes lo reemplazara.

Tampoco hay demasiadas menciones al actual entrenador de Estudiantes de La Plata, Juan Manuel Azconzábal, que tanto en el juego como en los resultados ha sido mucho más meritorio que su antecesor. Pero, claro, reivindicar a Azconzábal sería menoscabar a uno de los más mimados por los apólogos del “fútbol angustia”.