DEPORTES › FUTBOL EL CHELSEA SE CONSAGRó CAMPEóN DE EUROPA CON DIDIER DROGBA COMO FIGURA
El Bayern Munich jugaba en su estadio, fue muy superior al equipo inglés, tuvo varios momentos favorables durante los 120 minutos, que terminaron 1-1, pero sucumbió 4-3 en los penales. El marfileño anotó el empate a dos minutos del final y el penal decisivo.
› Por Pablo Vignone
Pateó por primera vez al arco en el minuto 50, anotó de cabeza en el único corner que fabricó su equipo en 120 minutos, y terminó convirtiendo el penal decisivo, el último de la serie de cinco en un estadio al borde del infarto. A los 34 años, en el que ha sido su último partido en el Chelsea, el marfileño Didier Drogba lo deja como campeón de Europa, el sueño que el magnate ruso Roman Abramovich largamente acarició con dos mil millones de euros invertidos desde 2003 a la fecha.
El fútbol tiene estas cosas, por supuesto. El equipo que mejor juega no siempre es el que gana. El Bayern Munich, el subcampeón de Europa, el que pierde una final por tercera vez en 12 años, no puede lamentarse ni maldecir a la suerte. Tuvo tres momentos claros para ganar la final de la Champions League y los desperdició uno a uno. En el cierre, el llanto de sus jugadores no inspiraba compasión.
El mérito más obvio del Chelsea para alzar esta copa, que se le había escapado en la misma instancia de los penales en 2008, fue el de la supervivencia. Sobrevivió contra el Napoli, en cuartos de final, para remontar el 1-3 de la ida con un 4-1 furioso en Stanford Bridge; sobrevivió con un hombre menos por la expulsión de Terry en el Camp Nou cuando Ramires alcanzó el descuento 1-2 antes del entretiempo frente al Barcelona (y Torres empató en el final). Sobrevivió ayer en Munich, ante un conjunto con más recursos que sucumbió ante su propio favoritismo.
Durante 75 minutos, el Chelsea controló la rabia del equipo alemán. Bosingwa contuvo al francés Ribery en la derecha, por momentos con exceso de violencia, mientras que el debutante Bertrand colaboró con Cole en la izquierda para evitar la sociedad punzante del capitán Lahm con el holandés Robben. El movedizo Müller se tiraba a ambos costados para fabricar la ventaja numérica, pero no había diferencia en el marcador porque el grandote Gómez (12 goles en la Champions, dos menos que Lionel Messi) nunca se despertó: desperdició la situación más clara a los 41 minutos.
El partido se abrió cuando el DT del Chelsea, Di Matteo, cambió a Bertrand por Malouda; acaso pensó que podía ganarlo en ese último cuarto de hora. Pero el dispositivo defensivo del equipo inglés se aflojó, Mikel y Lampard se encontraron con más terreno que patrullar, y con más ida y vuelta de la pelota (y más espacios) tuvo su premio Müller, cabeceando de sobrepique un centro del bávaro Diego Armando Contento. Cole, que toda la tarde había cerrado ese lateral, estaba marcando a Gómez... El 1-0 a siete minutos del final fue la primera ocasión que desperdició el equipo alemán para ganar su quinta copa de Europa.
Vino el sorpresivo empate de Drogba tras centro de Mata a dos minutos del cierre (el Bayern tuvo 20 corners a favor en los 120 minutos, el Chelsea sólo ése), vino el alargue, vino el penal del marfileño a Ribery (que al ratito, muy castigado físicamente, se fue reemplazado por Olic). Por segunda vez Drogba comete penal en dos partidos consecutivos; en el anterior, ante el Barcelona, Messi lo estrelló en el travesaño, a éste Robben lo ejecutó con displicencia. El segundo gran momento de coronación del Bayern, desperdiciado.
Que el fenomenal delantero cometiera dos faltas capitales en partidos decisivos tiene que ver, sin duda, con el planteo conservador de su equipo. Ayer, el Chelsea inició 28 ataques en 120 minutos, contra 65 del Bayern, pateó 9 veces al arco contra 35 de su rival y sólo tuvo una situación de gol, la del empate, contra cinco del equipo alemán: un remate de Robben, tirado a la izquierda, tras caño a Bosingwa, que tapó Cech; la citada de Gómez; el gol de Müller; el penal errado, y un pase de Lahm a Olic, que el croata desperdició tocando al medio en lugar de patear al arco, la pelota saliendo al lado del palo a los 107 minutos.
Demasiadas chances rifadas. La última llegó con la serie de penales, después de que Neuer le atajara a Mata, y Olic –con la posibilidad de poner 4-2 al Bayern– rematara sin convicción para la contención de Cech. Cole anotó el suyo, Schweinsteiger lo estrelló en el palo, Drogba cerró su magnífica noche.
El equipo menos dotado de los cuatro semifinalistas se quedó con la Champions League. Supo cómo sobrevivir en situaciones adversas. No generará revolución alguna, sino aplausos para su jugador más inteligente, ése que se confiesa admirador de Maradona e hincha de River y que le dio el título a Chelsea con su último remate con esa camiseta. Y nada más.
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