DEPORTES › OPINION
› Por Adrián De Benedictis
El 26 de junio de 2011 será un día imborrable en la historia de River. No sólo por lo que significó el descenso a la Primera B Nacional, sino por la cantidad de desatinos dirigenciales que llevaron al club al ocaso futbolístico. Pero cuando apenas faltan dos días para que se cumpla un año exacto de aquel domingo, el club no ha podido limpiar su imagen, cada vez más desarticulada. En 365 días han ocurrido las mismas situaciones que serían expulsadas por las autoridades, para que River volviera a tener la credibilidad que exigía su historia. La barbarie desatada después de perder la Promoción con Belgrano no pudo ser extirpada, y a partir de ahí el deterioro continúa en aumento.
Transparencia, coherencia, sinceramiento, altura para conducir los destinos de una entidad que llegó a ser modelo eran las exigencias de los hinchas a lo largo de la última década, en la que comenzó el desbarranco. Ni una sola de ellas se pudo cumplir con acierto, con el agravante de que se dejó de pertenecer a la elite del fútbol argentino. La tan mencionada auditoría que automáticamente ubicaría con nombre y apellido a los culpables del descalabro financiero, la expulsión definitiva de los violentos que se mueven con soltura por las instalaciones del club, la aparición de empresarios que disponen del estadio a su gusto para la presentación de artistas sin asamblea que lo decida por medio del voto son algunos de los puntos donde los socios siguen esperando respuestas.
Los mismos que mostraron su malestar por el sistema de canje de entradas para el partido de ayer, por el cual muchos se vieron imposibilitados de conseguir su ticket por los inconvenientes en la operatividad del mismo.
Pero por sobre todas las cosas, la gente se vio privada también ante Almirante Brown de poder ver un escenario normal, preparado para la posible consagración, ya que la emblemática tribuna local estuvo inhabilitada. Hace apenas dos semanas apuñalaron al joven Gonzalo Saucedo en esa misma tribuna, y el chico de 21 años murió horas más tarde en el Hospital Pirovano.
Los episodios que ensombrecen al club son demasiados y nada se vislumbra en el horizonte para que las manchas sean definitivamente del pasado. Ni siquiera con la chance de regresar a la máxima categoría se puede asegurar que todo volverá a ser diferente. El club que cumplió 111 años el mes pasado hace rato que dejó de ser de Primera.
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