Pareciera que una cantidad nada despreciable de la cultura futbolera de los argentinos va recuperando las memorias y los paladares. Si bien en el torneo que acaba de finalizar se juega cada vez menos parecido a Barcelona –esto es, a como debiera jugarse–, está claro que los aficionados connacionales consumen con placer la manera de jugar de los catalanes.

Y así las cosas, pese a que los números, los porcentajes, las rachas y hasta los títulos parecieron favorecer a River, pero en especial a Boca, mayoritariamente las dos hinchadas hicieron oír su descontento por la falta de disfrute pese a los éxitos.

Aunque ni Almeyda ni Falcioni jueguen, se tuvieron que ir. Y un porcentaje de la “culpa”, aparte de lo que les toca a los jugadores que juegan mal, la tienen Messi y sus compinches.