Otra vez la Fórmula 1 vuelve a Bahrein, donde protagonizará el domingo su cuarto Grand Prix de la temporada 2013, y la tensión política del país árabe reaviva el debate sobre la procedencia de competir allí, pero el zar de la F-1, Bernie Ecclestone, estimó que la carrera “será un éxito” después de que las autoridades del emirato anunciaran que tomarán todas las medidas de seguridad necesarias en la prueba, cuya celebración es criticada por los opositores al régimen.

“¿Qué pasa? ¿Se están manifestando ahora? No estoy al corriente de ello. No hay nadie que se manifieste”, dijo Ecclestone en Shanghai, donde el domingo se disputó el GP de China, que ganó Fernando Alonso.

Un coche fue incendiado en la madrugada de ayer en el centro de Manama, la capital bahreiní, y hubo choques entre la policía y los opositores chiítas que se manifestaban contra la celebración del Grand Prix programado en el circuito de Sakhir, 30 kilómetros al sur de Manama. Las autoridades afirmaron que tomaban las medidas necesarias para asegurar el buen desarrollo del Grand Prix aunque continúen las protestas.

Desde principios de abril, las fuerzas de seguridad procedieron a 98 detenciones durante las protestas, cuya represión causó 29 heridos entre los manifestantes, según el principal grupo de la oposición chiíta, Al Wefaq. El Grand Prix fue anulado en 2011 debido a la inestabilidad política, cuando un movimiento de protesta, animado por los chiítas, mayoritarios en la población, manifestó contra la dinastía sunnita de los Al Khalifa en el poder.

En la edición de 2012, la oposición chiíta organizó manifestaciones, a veces violentas, para llamar la atención sobre sus demandas de reformas políticas, pero sin entorpecer la disputa de la carrera, que terminó en victoria del alemán Sebastian Vettel.