Dom 21.04.2013

DEPORTES  › EL CLUB PRESIDIDO POR GERMAN LERCHE, CANDIDATO A SUCEDER A GRONDONA EN LA AFA

En Colón, la patota tiene su propio teatro

La dirigencia presiona y amenaza a la prensa que es crítica. Los barrabravas hacen de las suyas. El club vive un clima violento. Un botón de muestra del fútbol argentino.

› Por Gustavo Veiga

“Desde siempre digo que quiero ser, sin Messi, el Barcelona de Argentina y para eso laburamos.” Germán Lerche.

En Colón de Santa Fe el periodismo es una presencia molesta. La realidad del club es mucho más módica que las ilusiones de grandeza de su presidente, que está en su derecho de emular al coloso catalán. A lo que no tiene derecho es a presionar –él y algunos de sus compañeros de comisión directiva– a los cronistas, corresponsales y relatores que cubren la actividad de la institución que gobierna desde 2006. La Asociación de Prensa santafesina (APSF) y medio centenar de periodistas deportivos de la provincia se lo hicieron notar en los últimos días. El gremio advierte en un comunicado que recibió denuncias por “quejas ante los dueños de los medios, cambios arbitrarios de las cabinas de transmisión, amenazas verbales, insultos en las redes sociales o invitaciones a pelear”.

No es algo muy común en el ambiente del fútbol lo que hicieron los colegas de Santa Fe. Se unieron para repudiar “las constantes presiones que ejerce la dirigencia del Club Atlético Colón con el objetivo de condicionar o influenciar sobre la línea editorial de nuestro trabajo”. La práctica de los malos modos lleva unos años. El periodista Nicolás Lovaisa, uno de los firmantes del comunicado, dijo a Página/12 que “allá por 2007 cubría un partido y tuve un problema con la credencial para ubicarme. Lejos de resolverlo, se acercó el vicepresidente 1º Rubén Moncagatta y le dijo a otra persona: ‘Al hijo de puta de Lovaisa no, porque nos viene matando’”. Ricardo Porta, un relator de fútbol que lleva 50 años ante los micrófonos, es otro de los represaliados por los dirigentes de Colón. Cuando le toca trabajar en el estadio Brigadier López, en lugar de otorgarle una cabina de transmisión lo mandan a un pupitre al aire libre o, como en el pasado, a que se arregle sobre una tarima vecina al sector visitante. Es por sus críticas al presidente Lerche. Esa decisión lo discrimina porque a otro relator de la misma radio donde se de- sempeña Porta (FM Sol), lo ubican en una cabina. Se trata de Juan Carlos Oldani, a quien la situación no lo inhibió de firmar el comunicado de la Asociación de Prensa santafesina que surgió después de una reunión entre los periodistas. Su actitud fue solidaria.

A Javier Valli, corresponsal del diario Olé, lo presionaron Lerche y el secretario de Inversiones y Gastos del club, Horacio Ruiz, porque escribió un artículo sobre el operativo en que le incautaron a un integrante de la barra brava 18 carnets de socio. La información se la había dado Pablo Farías, el secretario de Seguridad en Espectáculos Deportivos de la provincia. El mismo que después se solidarizó con Valli: “Es totalmente repudiable toda actitud contra la libertad de prensa, surja de la dirigencia deportiva o de cualquier otro sector contra un trabajador. Estamos en un país que ha sufrido mucho por la falta de libertad de prensa y eso hay que preservarlo, por lo que me sumo al repudio de lo que haya pasado”.

La causa judicial que se abrió por los 18 carnets quedó en la nada, ya que el juez de Instrucción, Nicolás Falkenberg, entendió que no había un ilícito en los hechos denunciados cuando se jugó el partido que San Lorenzo le ganó a Colón en Santa Fe el 16 de marzo. El imputado era Jorge “Caqui” Muñoz, el barrabrava que habría hecho ingresar a 18 hinchas por la puerta 1. Medios santafesinos publicaron que Falkenberg alegó en su fallo que no hubo delito “en la medida que nadie ha manifestado ser víctima de un desapoderamiento ilegítimo y por el contrario numerosos socios expusieron de manera escrita los motivos por los cuales se entregaron los carnets”.

En aquel encuentro con San Lorenzo, cuando el público mayoritario la emprendió contra el presidente del club por la derrota y la mala campaña, la barra comenzó a cantar para hacer inaudible la bronca de la gente. La respuesta no demoró: “Pagá la cuota, la puta que te parió”, le gritó la hinchada a ese grupo que el viernes a la tarde terminó a los tiros con la policía santafesina, cuando ésta quiso detener a dos de sus integrantes que tenían pedido de captura.

Lerche ganó su segunda reelección en 2010 con casi el 85 por ciento de los votos. De los 2671 socios que participaron de los comicios lo eligieron 2277. No se entiende entonces cómo, con semejante legitimidad, gobierna con un estilo de conducción patotero, a juzgar por lo que sostiene la APSF: “Frente a la reiteración de estos hechos hacemos un fuerte llamado a la reflexión a los dirigentes del Club Colón para que cesen con esta repudiable metodología y reencaucen la relación con los periodistas de Santa Fe en un marco de tolerancia y respeto hacia las opiniones diversas”.

El vice Moncagatta es el mismo que en octubre de 2012 se quejaba por la violencia con que fueron reprimidos los hinchas y dirigentes de Colón en Asunción, tras un partido con Cerro Porteño por la Copa Sudamericana. Acusó a la policía paraguaya y a un fiscal por los maltratos. En Santa Fe, en cambio, lo acusan a él. En octubre de 2011, el periodista deportivo Eduardo Rodríguez y el relator Ricardo Porta, lo vieron entrar a los gritos y con amenazas a FM Sol. Tras un llamado al 911 y antes de que llegara la policía, el dirigente se retiró.

Este tipo de presiones, con más o menos vehemencia, son moneda corriente entre la directiva de Colón. Hasta el rector de la Universidad del Litoral, de la cual depende LT10 –una de las radios más escuchadas en Santa Fe– tuvo que escuchar las quejas de Lerche por las críticas periodísticas que recibía desde la emisora.

“Es la única dirigencia que llama a los medios para pedir explicaciones”, dice Lovaisa. Su colega Valli denuncia que el directivo Ruiz lo increpó, pero después le pidió perdón mientras se realizaba una conferencia de prensa del técnico Pablo Morant. “Se disculpó porque se había equivocado de periodista y no por el maltrato”, comenta con cierta perplejidad. Cuando los cronistas que cubren los partidos de Colón como local se retiran del estadio, son obligados a salir por un sector donde está la barra. Pero en el club, según su secretario de Actas e Información, Pedro Eusebio, “no hay barrabravas”.

Los periodistas se sienten intimidados, unieron voluntades y decidieron denunciarlo. Si los principales dirigentes de Colón no deponen su actitud, la convivencia seguirá complicada durante casi dos años. Lerche tiene mandato hasta diciembre de 2014 y es uno de los apellidos más mencionados para conducir la AFA cuando se retire Julio Grondona.

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