DEPORTES › DESORIENTACION EN EL BARCELONA
› Por Sebastián Fest
Desde Barcelona
Con la crueldad deportiva de la que sólo el fútbol es capaz, los cuatro goles del martes en Munich hundieron al Barcelona, el gran equipo de los últimos cinco años, en su mayor desconcierto en mucho tiempo. “¿Y ahora qué?”, se preguntan muchos, interrogante que llega sin terminar de dilucidar otros previos, sin haber desbrozado el cómo y el por qué. Todo está abierto en un Barcelona levemente aliviado por la inesperada derrota 4-1 del Real Madrid en Dortmund.
“Dicen que la risa va por barrios, y si ayer les tocó carcajearse a los del Real Madrid, hoy les toca a los del Barça”, escribió Mundo Deportivo en su crónica sobre la goleada del Borussia Dortmund. Seguramente indigno consuelo para los hinchas del equipo al que tantos vieron como lo mejor que dio el fútbol en su historia. Y, a diferencia de lo que sucede entre los seguidores del Real Madrid y sus medios afines, que ya iniciaron una campaña potenciando la posibilidad de ganar 3-0 y pasar a la final de Wembley, en Barcelona casi nadie cree seriamente en revertir nada el miércoles en el Camp Nou.
El debate pasa por el enigma de un Lionel Messi ausente durante los 90 minutos del 4-0 en Munich, la pregunta de si estaba en condiciones de jugar, las dudas en torno a Tito Vilanova –el entrenador–, y la necesidad de darle una sacudida al equipo, así como reforzarlo en posiciones clave para la temporada que se inicia en agosto.
¿Podía jugar Messi tras más de tres semanas ausente por lesión? Josep María Minguella, hombre clave en la llegada del argentino al Barcelona, fue claro en la noche del martes en una entrevista con la radio española COPE: “El padre de Messi me dijo al mediodía que no estaba para jugar”. Testigo de esa conversación fue Joan Manuel Serrat, aunque el cantautor no habló del tema. Sí lo hizo Jorge Messi, quien niega haber dicho lo que Minguella le atribuye.
Sea como fuere, lo que les quedó claro a todos, y tres días después sigue asombrando, fue que Messi estuvo... pero no estuvo. En parte porque el Bayern lo marcó muy bien, pero sobre todo porque no fue el de siempre, porque no aportó prácticamente nada. De las 11 veces que intentó eludir a un rival, falló en nueve. Ese no es Messi. ¿Fue precipitada el alta médica? Enigma abierto, mientras en Barcelona se preguntan quién liderará a unos jugadores desorientados, sin pasión, intensidad ni espíritu de equipo, todo lo contrario de lo que mostraron en los últimos años.
“No parece que Messi tenga casta de cabecilla, ni carisma en la cancha, porque se remite al juego y sus ‘tics’ autoritarios se sitúan en el vestuario. Basta con observar su currículum con Argentina”, se plantea El País, que también se pregunta si llegó al final el recorrido del “10” como “falso nueve”, esa innovación táctica que tantos resultados le dio a Josep Guardiola cuando dirigió el equipo.
Messi vino “devorándose” futbolísticamente a los “9” que pusieron en su radio de acción, incluyendo a Samuel Eto’o, Zlatan Ibrahimovic, David Villa o Alexis Sánchez. Y lo cierto es que Messi es camaleónico, puede desbordar desde la derecha, ser “falso 9”, “10” o lo que se proponga en un mismo partido. Pero necesita un equipo, un mecanismo aceitado que funcione y trabaje para él, así como él trabaja para ese engranaje. El Barcelona dejó de funcionar como equipo, los goles y el fútbol fabuloso de Messi dejaron de alcanzar y el desconcierto impregna a los orgullosos catalanes.
¿Qué puede venir ahora? La clave pasa sobre todo por Vilanova, un hombre que viene de someterse a semanas de quimioterapia y radioterapia en Nueva York debido a un cáncer, un asunto profundamente privado y delicado, pero sobre el que el Barcelona no informa.
Así, sólo se habla desde el anonimato. Mundo Deportivo apela hoy a una fuente no identificada para asegurar que “no hay condicionante físico ni técnico” para que Vilanova siga en el puesto. En la misma línea fue hoy, ya en público, un vicepresidente del club. Pero el anónimo dice más. Su etapa en Nueva York le permitió a Vilanova “ver al Barça con otros ojos”. Y actuar en consecuencia: “El liderará la transformación del Barça, con alguna decisión dolorosa”.
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