DEPORTES › VENCIO EN LA BOMBONERA A CORINTHIANS Y AHORA PIENSA EN EL SUPERCLASICO
El equipo de Bianchi suplió la ausencia de Riquelme con sacrificio colectivo, presión y claridad para manejar la pelota ante un rival que se presentaba complicado. pero casi no inquietó. Blandi, autor del único gol.
› Por Facundo Martínez
Al hincha no pareció importarle que no jugara Riquelme, ni la amenaza de lluvia. La Bombonera se llenó cuando todavía faltaba media hora para el partido y estalló cuando el equipo de Carlos Bianchi salió del túnel y saludó en el círculo central. Los petardos taparon los gritos de los hinchas, que pedían “la Copa” a los jugadores y les indicaban que tenían que “dejar el alma y el corazón”. También el Superclásico estuvo presente, pero cuando el árbitro Osses pitó el inicio, los ojos se posaron sobre Corinthians, un equipo mejorado respecto de aquel que le arrebató la final de la Libertadores 2012.
Boca se fue animando progresivamente, apoyado en una fórmula sencilla: jugar la pelota segura a un compañero, buscar el desequilibrio en los últimos metros y, en las réplicas, recuperar la pelota lo antes posible para impedir que creciera la visita. Martínez estuvo cerca con un cabezazo, que el arquero Cassio contuvo apenas antes de que la pelota le quedara como servida a Blandi. La hinchada acompañaba el empeño del equipo, que jugaba como tal.
Las complicaciones para Boca se limitaban a las jugadas de pelota parada y no mucho más. Somoza y Erviti hacían un buen trabajo en el medio, y tanto Sánchez Miño como Erbes frenaban criteriosamente las subidas de Danilo y Paulinho. Ahora, pensando sobre todo en la revancha del 15 de mayo, Boca necesitaba goles, algo más de Martínez y Blandi, quienes presionaban en la salida, pero generaban poco como para inquietar.
No bajó su intensidad en el complemento y, finalmente, tras un pase de Erbes en profundidad, Blandi torció el pie para conectar casi en el centro del área con un remate y abrir el marcador. Hecha la diferencia, Bianchi sacó a Erviti y mandó a la cancha a Ledesma. Poco después, Paolo Guerrero, que no había entrado tanto en juego, estrelló un pelotazo en el palo y encendió la luz de alarma. No le importó mucho a Boca, que buscó ampliar la ventaja para llegar mejor aún al partido de vuelta.
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