Por Miguel Luengo
Desde Londres

David Nalbandian luchó al máximo, conectó golpes que dejaron asombrado al público británico, pero sucumbió ante el ídolo local Tim Henman y el delirio del estadio de Wimbledon. Henman se impuso por 6-2, 6-7 (4), 7-5 y 6-3, después de tres horas y un minuto de duelo, y tras salvar Nalbandian dos pelotas de partido con toda la presión en su contra.
El argentino intentó en todo momento controlar desde el fondo las subidas a la red de Henman, que en un demoledor ejercicio con la volea subió en 92 ocasiones para ganar 62 puntos en esa zona, pero jugó disminuido, con unos problemas en los abdominales que le impidieron sacar con normalidad. Con esa ventaja el británico se mostró a placer con el resto. “Fue duro, muy duro, jugar sin mi servicio”, se lamentó Nalbandian. “Es una lástima, pero me costó mucho sacar –amplió más tarde el argentino–. Antes del partido pensé que por ahí era mejor no jugar, pero con las ganas que tenía, entré igual a la cancha. Tuve un desgarro (de los músculos abdominales) hace dos años, con Kucera (en tercera ronda) se me abrió y tomé antiinflamatorios pero igual me sentía peor”, aseguró el tenista cordobés.
Ante el ataque constante de Henman, Nalbandian se entregó a un objetivo casi imposible, aunque en su mente estaban frescas las dos victorias contra el británico en sus enfrentamientos anteriores en Basilea y Toronto. Pero el jugador de Oxford se concentró lo suficiente para ganar los puntos importantes, apoyado en las gradas por sus padres y su mujer Lucy, quien no cesaba de morderse las uñas, presa del nerviosismo.
“Jugó muy bien, sobre todo en los saques, no erró prácticamente ninguna volea ni un sobrepique –lo elogió Nalbandian–, yo creo que devolví bastante bien, después para pasarlo se me hizo difícil, jugó muy rápido. Por ahí en algunos puntos yo los jugué mal con mi saque, debía tratar de meter el primero aunque fuera despacio, pero él metió mucha presión.”
La derrota del último sudamericano que quedaba en el cuadro no llegó sola. Paola Suárez cayó ante la italiana Silvia Farina Elia, por 7-5 y 7-6 (7-3) en una hora y 49 minutos, y ya no quedan más latinoamericanos en Londres.
Suárez, nueva en los octavos de final de Wimbledon, tuvo una ventaja de 4-1 en el primer set, que no pudo consumar y luego, en el segundo, tras reaccionar después de ir perdiendo 4-1 y colocarse con 5-4, también dejó escapar esa gran oportunidad para alargar el partido.
La argentina salvó dos pelotas de set y forzó el desempate, pero en este juego corto cometió una doble falta y entregó el partido a continuación, para que Farina se convirtiera en la tercera italiana que alcanza esta ronda después de Lucia Valerio en 1933 y Laura Golarsa en 1989.
Suárez aseguró que pese a la derrota se sentía muy contenta, y señaló que desde hace tiempo juega con mucha más “madurez”. La argentina reconoció que durante el duelo que mantuvo con la italiana tuvo ocasiones de haber dado la vuelta al partido. “Se podía haber dado este partido; tuve oportunidades en el primer set, pero no se dio. Salió así”, dijo.
Para la argentina, el encuentro ante Farina Elia fue irregular y estuvo marcado por la presión de saberse a las puertas de los cuartos de final. “Tuvimos muchos altibajos las dos. Por momentos jugué yo muy bien, por momentos jugó ella muy bien y siempre estaba ese cosquilleo de pasar a la siguiente ronda.”
No obstante, Paola recalcó que en todo instante se sintió a gusto en la cancha. “Me sentí cómoda, me sentí jugando bien”, remarcó. La pergaminense jugará hoy dobles junto a la española Virginia Ruano-Pascual.