Omar Narváez (52,100 kg) tratará de darle esta noche un cierre triunfal a un año que, en lo internacional, resultó casi óptimo para el boxeo argentino. Desde las 23 y con televisación en vivo a través de TyC Sports, el campeón de los supermoscas de la Organización Mundial hará la novena defensa de su corona ante el mexicano David Carmona (52,100 kg) en una pelea que tendrá lugar en las instalaciones deportivas que el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, tiene en Villa La Ñata.

A priori, no parece ser Carmona un rival de exigencia elevada para el chubutense. Su record de 16 peleas ganadas (ocho antes del límite) y una derrota es más el de un boxeador en formación que el de un aspirante a una corona del mundo. Acaso su único mérito sea haber ganado este año el título juvenil de los supermoscas de la Organización y haberlo expuesto en dos ocasiones. Después, queda claro que, como tantos otros adversarios que ha tenido desde que es campeón mundial, Carmona ha sido traído para el exclusivo lucimiento de Narváez.

Tampoco puede pretenderse que a los 38 años, con 11 como titular de los moscas y los supermoscas, un record de 40 triunfos (18 antes del límite), una derrota y dos empates y 28 combates por una corona del mundo, todas las peleas de Narváez sean de un riesgo extremo. De hecho, ya pasó por esa exigencia el 25 de mayo de este año en el Luna Park, cuando le ganó ajustadamente al mexicano Felipe Orucuta. Luego, el 24 de agosto dio una lección pugilística ante el japonés Hiroyuki Hisataka a quien batió por nocaut técnico en 10 asaltos en Trelew, Chubut. Y quizá, de última, sea eso lo único que haya que buscar esta noche.

Más allá de las enormes diferencias de nivel, quienes vean el combate en el mismo lugar o quienes lo presencien por televisión deberán sentarse a disfrutar de una nueva exposición del talento y la inteligencia de un gran boxeador cuyo mejor tiempo parece haber pasado. Pero tampoco está cerca aún del ocaso. Lejos de hacerlo en cuentagotas, en cada pelea Narváez regala su calidad generosamente. Por eso vale la pena verlo y volverlo a ver.