Dos meses, dos goles. Luego de su ausencia de las canchas durante casi todo noviembre y diciembre, Lionel Messi regresó al Camp Nou y apenas 29 minutos le alcanzaron para dejar en claro que está intacto. Y como dijo su entrenador Gerardo Martino, retornó con “mirada asesina”. Un gol a los 88 minutos y otro a los 92 fueron su marca en el 4-0 con que Barcelona despachó a Getafe en el encuentro de ida de los octavos de final de la Copa del Rey. Lo más relevante para el conjunto catalán es que despejó las dudas sobre su estado de cara al trascendental encuentro del sábado ante el otro líder de la liga española, Atlético Madrid, en el Vicente Calderón.

El penal que convirtió Cesc –su segundo gol en el partido– sentenciaba el partido, pero todavía quedaba lo mejor. Un minuto después, Messi saltó al campo en reemplazo de Andrés Iniesta, ante los gritos de los catalanes que desafiaron el invierno europeo para ver el regreso del ídolo. Un pase equivocado y una pelota perdida en los primeros minutos fueron los únicos rastros de la inactividad que exhibió el crack rosarino. Luego llegó una corrida electrizante que terminó en un pase a Pedro, que no pudo conectar bien. Los minutos pasaban y, por más que el examen del retorno estaba aprobado, a Messi no le alcanzaba.

Por eso, en los últimos cinco minutos estuvo lo mejor. Primero aprovechó un rebote en el área, tras una corrida de Montoya, para controlar la pelota y definir de zurda al primer palo. Y un rato más tarde, ya en tiempo de descuento, Song le dio un pase al vacío para que Messi hiciera uno de sus goles típicos: diagonal en velocidad desde la derecha hacia el medio y zurdazo apenas después de pisar el área para dejar sin chances al arquero. Como siempre, siguió la mirada al cielo y el agradecimiento por el gol.

Tras el final del partido, la felicidad de Martino era inocultable, tanto por el resultado como por el regreso de su estrella. “La carrera de Messi es un guión cinematográfico. Lo de hoy es una secuencia más de esto”, indicó el técnico, que luego contó una infidencia del vestuario. “Después del partido fui a hablar con él y no me dijo nada. Por lo que se vio estaba bien, ¿no?”, se preguntó el ex entrenador de Newell’s. Está claro que Messi volvió como si nada hubiese ocurrido.