Jue 06.02.2014

DEPORTES

Morresi señaló un camino

› Por Gustavo Veiga

Es difícil pensar y evaluar la gestión de Claudio Morresi como ex secretario de Estado y no como funcionario vigente. Eficiente y de inusual perfil bajo, posee esas dos virtudes que a menudo no vienen juntas. Estaba a punto de cumplir diez años en el cargo, trabajaba por el deporte y los deportistas como nadie lo había hecho en treinta años de democracia y su labor casi no tenía fisuras.

Su trayectoria excedía los límites del Cenard, una pista de atletismo o una cancha de hockey. Desde muy joven siempre acompañó la lucha de los organismos de derechos humanos, sobre todo de Abuelas. Un compromiso adquirido desde un medio, el del fútbol, refractario a ese tipo de involucramientos. De ahí que su renuncia sorprenda o dispare preguntas. ¿Por qué se aleja el responsable de un área donde se hacían las cosas bien? Parece, a priori, un retroceso.

El gobierno nacional acaba de designar en su reemplazo a otro ex atleta, Carlos Camau Espínola. Cuádruple medallista olímpico en yachting, un record inigualable. Casualmente, el mismo que en 2006 –cuando Morresi llevaba dos años como secretario de Deporte– lo elogiaba por su tarea. El ex intendente de Corrientes tenía aspiraciones de ocupar el cargo. Es otro deportista identificado con la política de los últimos diez años. Consiguió su objetivo y ahora su antecesor quedará –con la misma jerarquía de un secretario de Estado– al frente del Observatorio Nacional del Deporte y la Actividad Física. Un ente creado para supervisar la infraestructura deportiva, impulsar una Red Nacional de Investigadores en las Ciencias Deportivas y colaborar en la formación de nuevos profesores de educación física.

Morresi dudó en aceptar la propuesta. Y cuando dijo que sí, fue porque como militante siempre explica que está al servicio de un modelo político vigente desde 2003: él ejecutó desde la secretaría las coordenadas de más presupuesto, más obras perdurables y más deporte social.

Durante su mandato la inversión se multiplicó hasta un 1600 por ciento, las becas otorgadas a los atletas dejaron de ser noticia por el incumplimiento en pagarlas de gobiernos anteriores; las medallas olímpicas conseguidas ya no fueron un sueño inalcanzable; se redimensionaron los Juegos Evita y se honró la memoria de los deportistas desaparecidos. Es esperable que no se modifique el rumbo que el ex futbolista sostuvo sin veleidades personales. Y que el deporte siga siendo concebido como un derecho humano en el más amplio sentido del enunciado.

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