Diego Simeone, conductor del Atlético Madrid, buscará convertirse hoy en el tercer director técnico argentino campeón de Europa, cuando su equipo juegue el clásico ante Real, en el estadio Da Luz de Lisboa, desde las 15.45, por la final de la Champions League. Después de trece años habrá un entrenador argentino en la definición, desde que Héctor Cúper llevó a esa instancia al Valencia, en las temporadas 1999-2000 y en la 2000-2001, donde cayó ante Real Madrid y Bayern Munich de Alemania, respectivamente. Los dos técnicos de este país que salieron campeones de Europa fueron Luis Carniglia, quien le dio su tercer y cuarto título al Real Madrid, en 1957-1958 y 1958-1959, y Helenio Herrera, que lo hizo también de manera consecutiva en Inter de Italia, en 1963-1964 y 1964-1965.

En tanto que Atlético volverá tras cuarenta años a una final de Champions (ver opinión), en esa época (1974) dirigido por el argentino Juan Carlos Lorenzo, cuando perdió ante Bayern Munich, en Bruselas, en el encuentro desempate.

Distinto es el presente del conjunto de Diego Simeone, ya que el pasado sábado festejó un campeonato de Liga después de dieciocho años. Aunque enfrente estarán las individualidades y el poder ofensivo del Real Madrid, el campeón de la Copa del Rey esta temporada y que busca su décima consagración a nivel continental (la última fue en 2001-2002).

En caso de ganar el club blanco, el italiano Carlo Ancelotti alzará su tercera “orejona” (antes lo hizo con Milan en 2003 y en 2007) e igualaría al inglés Bob Paisley, que lo hizo en el Liverpool de Inglaterra en 1977, 1978 y 1981. Tras pasar la fase de grupos con comodidad –con record goleador del equipo y de Cristiano Ronaldo–, el Real, que tendrá hoy a Angel Di María entre sus titulares, eliminó a Schalke 04, al Borussia Dortmund y al vigente campeón, Bayern Munich, dirigido por Josep Guardiola.

El Atlético, en tanto, se presenta después de 60 encuentros, con sólo seis derrotas, con un partido perdido de los últimos dieciocho y como el único invicto en esta edición de la Champions, tras superar a Milan, Barcelona y Chelsea. Al mando de Simeone es infalible en las finales a un único partido, ya que ha conseguido la Europa League, la Supercopa, la Copa del Rey y la Liga en dos años. El ex volante va ahora por el único título continental que le falta y que los “rojiblancos” esperan desde hace cuarenta años.

La final se jugará a cientos de kilómetros, pero la ciudad de Madrid afrontará hoy un reto logístico de proporciones gigantescas y sin precedentes. Entre 1500 y 2000 personas formarán un dispositivo especial de seguridad, movilidad y sanitario que estará encargado de que los incidentes sean mínimos en una ciudad que ya palpita desde hace días este duelo. Y es que, más allá del aliciente de la eterna rivalidad, el partido contiene muchos ingredientes que ofrecen a Madrid la oportunidad de lucirse –o fracasar– en un desafío descomunal, que coincide además con la jornada previa a las elecciones al Parlamento Europeo.

El encuentro fue calificado por las autoridades de “alto riesgo”, a pesar de que el duelo no se dispute en la capital española. Habrá agentes en los estadios, en las zonas preparadas para los festejos y también en el aeropuerto, donde llegará en la madrugada de mañana el equipo campeón. Después de que el gobierno portugués desestimara la propuesta de juntar a las dos parcialidades en la céntrica Plaza de Sol en Lisboa, los dos clubes abrirán las puertas de sus estadios para que miles de hinchas vean el partido en pantallas gigantes. Muchos otros se reunirán en casas o en bares para seguir lo que ocurra en el estadio Da Luz. Y cuando el árbitro pite el final, gane el que gane, una masa de personas colapsará las calles del centro para celebrar.