DEPORTES › COMO FUNCIONABA EL DEPORTE EN LA FRANJA DE GAZA ANTES DE LOS BOMBARDEOS
Estadios destruidos, jugadores detenidos, baleados o asesinados, donaciones de la FIFA que no llegan a destino. Las constantes trabas para frenar el crecimiento de un país futbolero en medio del conflicto bélico.
› Por Gustavo Veiga
Los pibes palestinos mueren de a racimos como las bombas que lanza Israel sobre Gaza. Varios corrían detrás de una pelota cuando la tragedia les llegó desde el cielo. El reino de lealtad humana al aire libre, esa frase con que Albert Camus homenajeó al fútbol, hace años que es difícil de sostener en la Franja. No debería llamar la atención. El canciller del país invasor, el ultraderechista Avigdor Lieberman, ya había planteado que la mejor solución para el problema palestino es la que empleó Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial con Japón. A buen entendedor, pocas palabras. O al menos dos: Hiroshima y Nagasaki. Hoy, en la delgada lonja de tierra sitiada, los escombros no dejan ver el pasto. Y si un niño se arriesga a meter un pase a ras del piso, puede transformarse en mártir. El fútbol palestino es una expresión simbólica de resistencia. Para el gobierno israelí, en cambio, oculta una amenaza a su seguridad. Su primer ministro, Benjamin Netanyahu, en julio del 2013 se reunió con el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, para mostrarle unas fotografías. ¿Qué tenían de especial? En ellas se veía el lanzamiento de cohetes desde algunas canchas de fútbol.
En Gaza y Cisjordania hay escasez de estadios o campos de juego disponibles. Israel, mucho antes de que desatara su operación Borde Protector el 8 de julio, había entorpecido por todos los medios a su alcance el desarrollo del fútbol. Nunca le vinieron bien las iniciativas de la Federación Palestina.
Este sinsentido tuvo mojones. En 2010, varias canchas de césped artificial terminaron en ruinas en Burin, Beit Ummar y Beit Foreeq. La parcelación de la tierra que impuso Israel en los territorios ocupados hizo que se interrumpieran las obras en los estadios de Sa’as Sayal y Majed Assad por motivos de seguridad. El principal escenario deportivo de Gaza ya había sido bombardeado el 18 de noviembre de 2012. El ejército de Israel llegó a suspender partidos entre jugadores juveniles con el objetivo de desplazarlos hacia otro lugar, al igual que a los espectadores. La mayoría de estos datos integran el informe Israel estorba el fútbol en la Palestina ocupada: 2008-2014, del Movimiento No violencia activa Internacional y la Federación Palestina.
Otro modo de dificultar el crecimiento del fútbol consiste en impedir o demorar de manera deliberada los permisos requeridos por los futbolistas de Gaza o Cisjordania para viajar. O de extranjeros que pretenden hacer intercambios deportivos con los palestinos. En 2011 fueron cancelados tres partidos internacionales con Zambia, Gambia y República Centroafricana por presiones de Israel. Un subcontratista de origen jordano enviado por la FIFA para evaluar las condiciones de varias canchas de césped artificial fue demorado en noviembre pasado. En diciembre de 2012, no pudieron ingresar a Palestina varios futbolistas iraquíes. Al vicepresidente de la Federación Palestina de Fútbol le impidieron salir de Gaza. A integrantes del seleccionado nacional palestino les ocurrió otro tanto cuando quisieron jugar un amistoso con Mauritania el 11 de agosto de 2010. Las restricciones también afectaron varias veces a atletas olímpicos.
Pero hay quienes la pasaron mucho peor. Mahmud Al Sarsak, promesa del club Rafah, de la Franja de Gaza, terminó tres años preso cuando intentaba jugar para la selección palestina. Iba de Gaza hacia Cisjordania y lo detuvo un retén del ejército. Tuvo que hacer una huelga de hambre durante 96 días para que su caso tuviera repercusión internacional. Israel le ofreció salir hacia Noruega para que desistiera de su ayuno y se negó. Finalmente tuvo que liberarlo. En su regreso a la Franja fue recibido como un héroe en julio de 2012. Nunca recibió una acusación formal ni había sido juzgado. Hasta el inconmovible Joseph Blatter le pidió a la federación israelita que intercediera por su liberación ante el gobierno de Tel Aviv.
En enero pasado, Jawhar Na-sser Jawhar y Adam Abd Al-Raouf Halabiya, dos jóvenes de 19 y 17 años, volvían de entrenarse en el estadio Faisal Al Husseini y fueron baleados en los pies y golpeados por un grupo de soldados que los acusaba de intentar poner una bomba. Jawhar recibió diez balazos. Adam uno en cada pie. Trasladados desde un hospital de Ramallah Al King Hussein Medical Center en Ammán, Jordania, les dieron una amarga noticia: ya no podrían jugar más al fútbol. La historia fue desarrollada en detalle por el periodista Dave Zirin, en The Nation.
Las donaciones de la FIFA o de la UEFA a la Federación Palestina suelen ser requisadas y en ocasiones nunca llegan a destino. En un informe de 2010 titulado Los impedimentos israelíes al cargamento palestino, redactado por el organismo que maneja el fútbol en los territorios ocupados, se declara que productos remitidos por Adidas en 2008 desaparecieron en el aeropuerto de Tel Aviv. Un moroso trámite de la aduana israelí hizo que pasaran los días, el destinatario acumulara una cuenta abusiva por tener el envío retenido y finalmente éste fuera destruido. El material estaba destinado a los árbitros de fútbol palestinos.
La Federación, por las tribulaciones sufridas, ha denunciado en junio pasado que “los efectos de las intenciones israelíes dirigidas a ahogar el fútbol palestino se perciben fuera de la frontera de Palestina. El gobierno israelí intenta disuadir a otras naciones extranjeras para que no envíen sus delegaciones deportivas a Palestina”.
En 2009, la FFP tenía todo acordado para que el seleccionado jugara dos partidos amistosos con Flamengo y Corinthians en el estadio de Faisal Al Husseini en Al Ram. Se buscaba el objetivo de difundir una imagen de Palestina independiente. No fue posible. Inesperados problemas financieros cancelaron los encuentros, aunque la verdad se supo un tiempo después. Israel, según la Federación Palestina, pidió que también jugaran con su representativo nacional para dar por superado el desfasaje económico.
El 21 de enero de este año, un partido de la incipiente Liga profesional palestina tuvo que suspenderse. El ejército israelí estaba arrojando gases fuera del estadio y obligó a que el árbitro detuviera el juego. No había incidentes en la cancha. El operativo, ajeno al fútbol, terminó con el encuentro porque el aire se tornó irrespirable.
La semana pasada, Ahed Zaqout, un ex jugador de la selección, murió cuando un proyectil israelí impactó en su departamento de Gaza mientras dormía. “Palestina ha perdido a uno de sus mejores jugadores, quizás el mejor centrocampista que hayamos tenido”, le dijo el periodista deportivo local, Jaled Zaher, a la agencia Reuters.
Pese a que Gaza está demolida, el fútbol palestino subió 71 puestos en el ranking de países FIFA. Llegó al puesto 94º después de clasificar para la Copa de Asia 2015. Es su mejor ubicación histórica. Y la selección que más evolucionó este año. Un milagro en medio de las bombas, la infraestructura destruida y los jugadores hostigados por el solo hecho de ser palestinos.
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