Ganó bien The Strongest pero su gente se quedó con gusto a poco. Es que la habían embocado al minuto –golazo de Méndez, de lo mejor de su equipo–, ganaban 2-0 a la media hora –gran anticipo de cabeza de Gigena, que se movió bien– y el rival no reaccionaba. Sin embargo, su dominio se fue diluyendo, el equipo boliviano no pudo acorralar a San Lorenzo en el complemento y le faltó muy poquito en una última jugada que podría haber puesto un 3-0 complicante. Pero el cabezazo de Coelho dio en el palo con Orión parado y Gorosito quedó de algún modo conforme y esperando la revancha.
Es que sin afán de paradojas, el desarrollo de la segunda mitad del complemento indicaba a cualquiera que mirase el partido, que San lorenzo estaba más que conforme con el 0-2. La cazaba Luna y la retenía en un costado; cuando la conseguía Montillo –los dos pibes entraron en el segundo– la escondía hasta el foul. Ni siquiera una contra tres faltando menos de cinco aceleró a los de Gorosito. Sólo los tiros libres, que no funcionaron, como tampoco los tiros desde lejos que intentó el chileno Ormazábal. Es que sacando ese sofocón del final, tampoco el conjunto de Clausen hacía demasiado a esa altura.
No había sido así en el comienzo, un verdadero aluvión. El pibe Orión debutó yéndola a buscar adentro sin tocarla en el primer remate: toque de Gigena y definición perfecta de Limberg Méndez por arriba. Había olor a goleada. Sólo Michelini sobre Alex –lo controló bien– y el entusiasmo de Carreño arriba sostenían al Ciclón. Llegó el segundo boliviano con gran cabezazo de Gigena y puso haber alguno más. Pero no.
Y después fue lo dicho: poner a los hábiles y aguantar, cuando se podía, con la pelota. Todo muy modesto; mezquino, si no fuera por la altura.