DEPORTES › EL CASO DE LOS HINCHAS DE SAN TELMO ASESINADOS
La Aprevide redujo la suspensión al estadio de Dock Sud, que ya tenía antecedentes violentos este año. Se jugó ahí cuando no se debía haber jugado. Y tampoco hubo prevención en las inmediaciones.
› Por Gustavo Veiga
Tres días después de otras dos muertes cargadas a la cuenta del fútbol, Daniel Scioli decidió inaugurar obras en el club Dock Sud. “A los violentos tenemos que aislarlos, marginarlos y ponerlos a disposición de la Justicia para que no empañen el trabajo que realizan instituciones que están haciendo una gran tarea”, dijo el gobernador en el acto. La oportunidad elegida quizá no fue la más apropiada. La cancha -que ahora tiene un nuevo estadio polideportivo contiguo de 1000 metros cuadrados- debía estar suspendida el día en que se cometieron los homicidios. Una medida tomada por un funcionario bonaerense que responde políticamente al ministro de Seguridad, Alejandro Granados, favoreció las condiciones para que se produjera la balacera que acabó con la vida de dos hinchas de San Telmo el lunes pasado.
Roberto Laino, el secretario ejecutivo de la Aprevide (Agencia de Prevención de la Violencia en Espectáculos Deportivos), redujo sin motivo aparente una suspensión que pesaba sobre el estadio de Dock Sud y con esa medida permitió que el local jugara a pocas cuadras de donde ocurrió el tiroteo fatal. Por imprevisión, falta de información o vaya a saberse por qué razón, el organismo tampoco tomó en cuenta que gente identificada con el club de la isla Maciel seguiría por pantalla gigante a su equipo –que visitaba a Defensores de Cambaceres en Ensenada por el torneo de Primera C–, en una humilde institución vecina: el club Social y Deportivo Plaza del Renunciamiento. Muy próximo al Puente Avellaneda, que conduce hacia la cancha de Dock Sud donde el local disputaba otro partido clave por el ascenso a la Primera B con Talleres de Escalada.
El funcionario Laino acompañó desde varios cargos la gestión de Granados en Ezeiza cuando era intendente. Fue director de compras del municipio, su director de Ceremonial y de Acción Social, juez en el Tribunal de Faltas y concejal del Frente para la Victoria, entre otros cargos. El último que ocupó fue como secretario de Seguridad. En teoría, la Aprevide que ahora controla está bajo el organigrama de la Secretaría de Deportes bonaerense, que conduce Alejandro Rodríguez. Pero Laino se reporta directamente al ministro de Seguridad y toma decisiones por su cuenta, como la que le redujo la suspensión de cinco fechas a una a la cancha de Dock Sud. La decisión se la confirmaron a Página/12 tres fuentes distintas del área de Deportes. La sanción se había aplicado por las agresiones que recibieron los jugadores de Defensores de Belgrano al finalizar un partido polémico. El resultado fue 1 a 1 y el público local provocó incidentes por la convalidación de un gol visitante cuando el arquero de Dock Sud estaba caído. La pena era agravada por los antecedentes violentos de la barra brava local.
El club, incluso, reconoció las suspensiones anteriores en un comunicado: “Estamos todos muy felices de poder ver a nuestro querido ‘Docke’ en su cancha como debe ser, pero vale aclarar que en lo que va del año ya hemos recibido dos sanciones y varias amonestaciones, y tenemos que tener en claro que ante cualquier tipo de hecho de violencia o la realización de prácticas que se encuentran prohibidas, como la del uso de pirotecnia, hará que la próxima sanción sea aún más severa”. Entre esos antecedentes, el último y más grave le había costado dos fechas de suspensión a Dock Sud en mayo pasado. Barrabravas incendiaron varios vehículos de los dirigentes y allegados del club Laferrere estacionados sobre la avenida en la que está la cancha. También se enfrentaron con la policía.
Su presidente, Aníbal Campanini, esta vez reconoció en su Facebook que había logrado una disminución de la pena tras el descargo ante la Aprevide. “Las fechas de suspensión al estadio son de cinco partidos, aunque llegamos a una reducción”. Y además alertó: “La próxima sanción será de un año”. El día de las muertes su club podría haber salido campeón si se daban una serie de resultados, pero empató con Talleres. San Telmo también podría haber disfrutado de un título y ascendido como su clásico rival, pero tampoco se dieron los resultados que necesitaba para lograrlo. ¿Qué hubiera sucedido si se daban las cosas así?
Dock Sud y la isla Maciel son dos lugares con mucha historia, barriadas postergadas de Avellaneda, tierra contaminada por petroquímicas y destilerías (Villa Inflamable es un ejemplo) y donde suelen dirimirse ciertos conflictos a balazos, como los que acabaron con las vidas de Daniel Sánchez y Javier Araujo.
Separados por una vieja rivalidad, San Telmo y Dock Sud dieron su interpretación de los hechos por medio de sus presidentes. Campanini dijo: “Yo la versión que tengo de los vecinos es que los hinchas de San Telmo que estaban viendo el partido en el club El Renunciamiento se metieron 200 o 300 metros dentro del barrio de Dock Sud y empezaron a atacar a las personas que estaban en las casas y a la gente que venía de la cancha”. Su colega Fernando Leiro declaró: “San Telmo no tiene barra: sólo hinchas y gente honorable, y hace años que no se producen incidentes en la isla Maciel”. Ambos lamentaron y repudiaron las muertes, pero cuidaron su quinta.
Los medios y sus escasísimos especialistas en el tema de violencia en el fútbol, como Gustavo Grabia, atribuyeron el ataque a balazos que provocó la muerte de Sánchez y Araujo a una facción de Dock Sud denominada Las Casitas, que toma el nombre del barrio donde se produjo el tiroteo. Este subgrupo violó un pacto de no agresión que habían acordado los jefes de ambas barras bravas: Ramón Medina, de San Telmo, y Ramón Pelé García, del Docke. Ambos –escribió el periodista de Olé– “ya habían compartido espacio y Mundial de Sudáfrica en la ONG Hinchadas Unidas Argentinas y creyeron que eso había limado todas las diferencias”.
Pero no. La lógica de estos grupos supera las fronteras borrosas del fútbol, se introduce de lleno en la política y mercantiliza cada uno de sus vínculos para delinquir. El grupo que domina la barra de Dock Sud, Los Homeros, y que se llama así porque se reúne en el pasaje Homero, ofrece sus servicios al mejor postor. Los hermanos Marcelo y Ramón “Pelé” García y el Mudo Damián son sus líderes. En diciembre de 2011, atacaron a los docentes porteños que protestaban en la Legislatura contra el gobierno de Mauricio Macri. Pelé, además, se desempeña en la delegación municipal de Avellaneda en Dock Sud, donde gobierna el intendente kirchnerista Jorge Ferraresi. El jefe de la barra de San Telmo tampoco es una carmelita descalza: Ricardo Pavone, el Gordo Richard, se hizo famoso en 2012 en una entrevista televisiva por Canal + de España probando varios disparos al aire con su arma. En aquel momento también confesó que estaba conchabado en la misma municipalidad.
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