Sáb 18.10.2003

DEPORTES

El fútbol del mundo se ha emparejado (en las deudas)

La crisis del fútbol no es sólo argentina. Los balances en rojo se han extendido del fútbol subdesarrollado a otros países más avanzados, y sólo monstruos como el Real Madrid muestran cuentas saludables.

Mientras siguen las especulaciones sobre la paridad del fútbol mundial y se discute la posibilidad de que cualquiera le pueda ganar a cualquiera, lo que está claro es que, a cierto nivel, el de las finanzas, ese emparejamiento es tan real como triste. La crisis no sólo afecta al fútbol de la Argentina y otras naciones del mundo subdesarrollado, sino también al de países más avanzados aunque, claro, en aquéllas es más acentuada.
En Uruguay, Nacional de Montevideo, el actual campeón, enfrenta una profunda crisis financiera. El club adeuda a los jugadores un premio importante del año pasado y la fuente de financiación más probable no es otra que la empresa Tenfield SA, la Torneos y Competencias uruguaya, propiedad del empresario Paco Casal y sus socios, los ex futbolistas de River Enzo Francescoli y Nelson Gutiérrez, que posee los derechos de explotación comercial del fútbol uruguayo.
El presidente de Peñarol, José Pedro Damiani, opinó que la situación de Nacional es apenas una muestra de la inviabilidad del fútbol uruguayo. Las entradas vendidas el fin de semana pasado en los partidos de Primera y Segunda muestran la magnitud del achique. En nueve partidos que se jugaron entre el viernes y el domingo pasado se vendieron apenas 10.045 entradas en total. Peñarol, que marcha puntero e invicto, y cuenta en sus filas con la atracción que significa José Luis Chilavert, vendió apenas 4817 tickets, y Nacional solamente convocó a 2187 personas. En ocho partidos de Segunda se vendieron 770 boletos en total y hubo un partido que registró un record: solamente once entradas vendidas.
En 17 partidos se recaudaron 450.000 pesos uruguayos, unos 15.000 dólares globales, que no alcanzan siquiera para cubrir los gastos mínimos que demanda la organización de un espectáculo deportivo.
“Esta realidad es la crónica de una muerte anunciada”, insistió Damiani. “Los recursos genuinos no dan para pagar los gastos mensuales de funcionamiento del club”, se quejó el presidente del club.
En Brasil, los dos clubes más populares del fútbol de ese país, el paulista Corinthians y el carioca Flamengo, naufragan en una grave crisis institucional que los expone a sucesivas derrotas y los dejó súbitamente sin entrenadores para hacerse cargo de sus respectivos planteles, una situación que no favorece la penosa marcha de la economía de los clubes.
En Flamengo, al anunciar que dejaba la conducción técnica, Oswaldo de Oliveira reveló que el caos organizativo era de tal magnitud que siquiera había firmado contrato. Según Oliveira, los clubes Flamengo, Fluminense, Vasco da Gama y Sao Paulo, para los que trabajó, le deben en total 14 meses de salario. Las deudas constantes dejaron al club sin agua ni luz por varios días este año.
En Corinthians, la magnitud de la crisis hizo que el entrenador Júnior quebrase un record: duró en el puesto exactos 12 días. El club había emprendido un ambicioso plan de reforma, llamando al ídolo Roberto Rivelino, campeón mundial con Brasil en 1970, para comandar el departamento de fútbol. Rivelino pidió la contratación de Júnior como entrenador, pero éste dejó el puesto porque percibió que los salarios atrasados y la falta de inversiones en jugadores estaba diezmando el plantel.

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