Se acabaron las especulaciones. Boca y River definen hoy, en el último Superclásico de esta afiebrada serie de tres en mayo, quién sigue adelante en la Libertadores. Boca es local, River viene de vencer 1-0 a la ida.
› Por Facundo Martínez
1. La localía. Si algo ha demostrado este Boca de Rodolfo Arruabarrena, en contraposición con el último Boca de Carlos Bianchi, es que suele fortalecerse cuando juega de local. En principio porque el Vasco suele soltar un poco más al equipo, disponiendo de una formación más ofensiva con futbolistas de la mitad de la cancha hacia adelante, a los que se les suman los marcadores laterales que recorren la línea permanentemente. Además, el aliento de sus hinchas suele otorgarle un plus al equipo, sobre todo en esos momentos en los que el cansancio o el desgaste le juegan en contra y pierde el dominio territorial que suele tener en condición de local. Ya no quedan entradas para ver el superclásico. Y los jugadores sentirán la obligación de no fallarle a sus gente.
2. La estirpe. Curiosamente, las veces que River dominó a Boca en los últimos años se dio una extraña inversión de roles. Fueron los millonarios los que apelaron a la pierna fuerte, al roce o las jugadas bruscas, ante un Boca que eligió protestar airadamente antes que devolver gentilezas. Boca pagó bastante cara esa corrección y eso quedó en evidencia en el partido de ida de esta serie copera. River le ganó el partido de ida de puro guapo y dejó a los xeneizes lamentándose por el pésimo arbitraje de Germán Delfino y las tarjetas rojas que debió haber mostrado y no lo hizo. Si hoy Boca logra imponer su garra, su sacrificio y su temperamento copero estará mucho más cerca de llevarse el premio mayor.
3. El juego. Cuando se lo propone, Boca juega mejor que River. Lo demostró en el último Superclásico jugado en la Bombonera, en el que estaba en juego nada menos que la punta del torneo de Primera División. La diferencia entre ambos equipos pasa más que nada por la composición de los planteles. Arruabarrena tiene un equipo más largo que el del Muñeco Gallardo. No son dos equipos, como se cree, sino uno y medio. Eso quedó demostrado en la última victoria por 2-0, donde los cambios introducidos por el DT xeneizes (los ingresos de Gago, Pavón y Pérez) le dieron al conjunto boquense la frescura, la velocidad y la precisión que los ingresos dispuestos por el entrenador millonario no tuvieron.
4. El poder ofensivo. Boca tiene además de un buen equipo y alto poder ofensivo, una defensa muy sólida que hace que les lleguen poco a sus arqueros. Al menos eso se demuestra con los números. Tanto en la Copa Libertadores, donde se adjudicó el Grupo 5 con puntaje ideal, 18 en seis partidos, como en el torneo local, donde está puntero con ocho triunfos y cuatro empates, las diferencias entre goles a favor y goles en contra es más que significativa. En la Copa, Boca anotó 19 goles y sólo recibió 3, contando el último en el Monumental, mientras que por el torneo local lleva convertidos 24 y recibidos 6. La de River es otra realidad. En la Copa marcó 9 y recibió 7 y en el torneo doméstico marcó 24 y recibió 15.
5. La historia. El dolor por la eliminación en semifinales de la última edición de la Copa Sudamericana todavía está latente. Salvando las distancias y la diferencia de categoría de los torneos, para River ese antecedente tendrá algo de peso esta noche. Sin embargo, para los de Boca, mucho más importantes fueron las eliminaciones que River sufrió por los cuartos de final de la Libertadores 2000, cuando Palermo en una pierna le clavó el 3-0 matador al equipo de Gallego, que había llegado a la Bombonera con una ventaja de 2-1; unos años más tarde, por las semifinales de la edición 2004, Boca llegó al Monumental con una ventaja 1-0 y River emparejó el marcador con un tanto de Lucho González. Entonces apareció Tevez para poner el trámite 1-1. Su festejo haciendo la gallinita escribió una página propia en la historia de los superclásicos. Pero Nasutti clavó el 2-1 y la serie se definió en los penales. Abbondanzieri se lo atajó a Maxi López y, sin público visitante, Boca accedió a la final que luego perdió frente a Once Caldas, de Colombia.
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