Dom 31.05.2015

DEPORTES  › LAS CONSECUENCIAS QUE ARROJA EL CONFLICTO A NIVEL DIPLOMATICO ENTRE VARIOS PAISES PROTAGONISTAS

El escándalo de la FIFA y la geopolítica de los negocios

Vladimir Putin, Angela Merkel y David Cameron mostraron sus posturas diferentes respecto de la situación de Joseph Blatter, reelegido por quinta vez en la Federación. La tensión que se mantiene entre Rusia y Estados Unidos.

› Por Gustavo Veiga

El escándalo de la corrupción en la FIFA tiene una connotación geopolítica. Demostró que el fútbol y sus intereses pueden transformarse en un nuevo problema mundial. Tres líderes como Vladimir Putin, Angela Merkel y David Cameron dijeron lo suyo. El ruso defendió al reelegido Joseph Blatter y el inglés le pidió la renuncia. La canciller alemana adoptó una posición más neutra, aunque también criticó lo que pasa en la Federación. Faltó que se pronunciara Barack Obama, pero dos representantes del Congreso de Estados Unidos lo hicieron por él. Los senadores Bob Menéndez –un lobbista de los fondos buitre– y John McCain les enviaron una carta a los congresistas de la FIFA para que no votaran por su actual presidente. También se filtró el conflicto palestino-israelí durante las deliberaciones en Zurich. Hubo un incidente en el recinto con dos mujeres que llevaban una bandera de Palestina y el primer ministro Benjamin Netanyahu cuestionó una eventual exclusión de su país de las competencias, que nunca se concretó. Hasta China firmó un convenio estratégico para el desarrollo de su fútbol con la cuestionada federación, el mismo día de las detenciones de los siete dirigentes acusados de recibir coimas (ver aparte).

En una entrevista que concedió a la televisión estatal de su país, Putin criticó la intervención de la Justicia federal de Nueva York en la FIFA. “Podemos suponer que algunos de los funcionarios realmente violaron normas o leyes, no lo sé, pero ciertamente EE.UU. no tiene nada que ver con eso. Estos funcionarios no son ciudadanos estadounidenses. Y si algún acontecimiento sucedió, no fue en el territorio de EE.UU. Es otro intento evidente de extender su jurisdicción a otros países”, dijo el presidente ruso.

Para entender estas declaraciones hay que remontarse al Congreso de la FIFA donde Rusia ganó la candidatura para ser la sede del Mundial de 2018. Fue el 2 de diciembre de 2010. Inglaterra por un lado; y España y Portugal –que se presentaron como coorganizadores– resultaron los grandes derrotados. En ese momento se eligió en simultáneo a Qatar como sede del Mundial 2022 –una pequeña nación sin tradición futbolística pero con el PBI más alto del planeta–, que se impuso a Estados Unidos en la votación. Crecieron entonces las sospechas de sobornos. Y el qatarí Mohamed bin Hammam, ex presidente de la Confederación asiática que intentó desbancar a Blatter en la elección anterior, fue expulsado de por vida de FIFA porque intentó untar a varios congresistas para que lo votaran. Les ofreció 40 mil dólares por cabeza.

En sus declaraciones, Putin dijo que Estados Unidos pretendió “impedir la reelección de Blatter” y que lo presionó para que Rusia no fuera elegida como sede del próximo mundial hace casi cinco años. También comparó el papel del Departamento de Justicia norteamericano en el caso FIFA, con las situaciones de Julian Assange y Edward Snowden, perseguidos por el gobierno de EE.UU. Sugirió que Washington actúa hoy de la misma manera con Blatter.

Cameron apuntó al blanco sin medias tintas: “En mi opinión debe irse”. Además dijo que “es impensable que Blatter pueda llevar adelante esta organización”. Sus declaraciones las formuló en Berlín durante una conferencia de prensa conjunta con Merkel. Más diplomática, la alemana pidió “transparencia” y señaló que “la corrupción debe ser combatida, y con urgencia”. Donde Putin ve virtudes del presidente de la FIFA, Cameron observa “la parte fea de un juego bonito”.

La oportunidad que eligió la fiscal general de Estados Unidos, Loretta Lynch, para difundir la investigación sobre la trama de corrupción en la federación, es otro motivo de controversia. La pesquisa llevaba como mínimo dos años. Se sabe que contó con la inestimable colaboración de Chuck Blazer, quien renunció a la FIFA en 2013. La propia Concacaf a la que pertenecía, le descubrió ganancias indebidas por 15 millones de dólares a este barbudo regordete, con cierto parecido a Hoss Cartwright, el personaje de la serie Bonanza. Se confesó culpable ante el FBI y después se infiltró con un llavero-micrófono entre los que habían sido sus pares. Su acción todavía no se vincula demasiado con que la FIFA había metido a un lobo en su rebaño casi al mismo tiempo: Michael García, un abogado condecorado por la CIA.

Le otorgaron la medalla Seal por sus buenos servicios. Una distinción que la Agencia da a empleados del gobierno de Estados Unidos y ciudadanos que cooperaron con la central de Inteligencia. García posee amplia experiencia en delitos económicos, terrorismo internacional y seguridad nacional. Como fiscal de Nueva York viajó a Manila, Filipinas, para dirigir una investigación sobre la red Al Qaida. Era obvio que los dirigentes detenidos en Suiza y tres empresarios argentinos prófugos podían ser pan comido para él. No se le atribuye participación en el destape del escándalo, pero sí colocó su piedra basal.

Es más, el informe que les costó la cabeza a dos pesos pesados de la FIFA en 2013 y que redactó García, daba indicios de lo que se vendría: “Havelange y Teixeira en ningún caso debían haber aceptado soborno en calidad de funcionarios oficiales del fútbol, y deberían haberlo devuelto, puesto que se trata de cantidades vinculadas con la explotación de los derechos comerciales”. Más adelante, el texto agrega: “Las dos personas se han comportado de forma reprochable, tanto desde el punto de vista moral como ético”. Se refería a las coimas recibidas de la desaparecida compañía ISL.

Dos años después, las redes de la corrupción en la FIFA quedarían mucho más documentadas. Lo que sorprende es cómo la operatoria de blanqueo y lavado de dinero a través de bancos de EE.UU. pudo sostenerse en el tiempo durante dieciocho años. Al paraguayo Nicolás Leoz, uno de los imputados, se le atribuyen cobros desde 1993 a 2011 por medio del Delta National Bank de Florida, como señaló el diario ABC Color de Asunción.

Las pruebas en que apoya su acusación el Departamento de Justicia mencionan a varios bancos que sirvieron para facilitar la operatoria: J. P. Morgan Chase, Citigroup y Bank of America de Estados Unidos, el HSBC británico y el suizo UBS. El fiscal neoyorquino Kelly Currie comentó: “Parte de nuestra investigación se centra en mirar la conducta de estas instituciones financieras para ver si sabían que estaban ayudando a lavar el dinero procedente de estos pagos ilícitos”. Por ahora sólo eso.

Mientras en la madrugada del miércoles se producían las detenciones de siete dirigentes que enfrentan graves cargos por corrupción en EE.UU. –aún cuando la mayoría son extranjeros o no residían en aquel país– las consecuencias políticas del escándalo todavía no se percibían con nitidez.

Un día después, el primer ministro Netanyahu decía que “si la FIFA intenta dañar a Israel, esto implicará la destrucción de todo el sistema mundial del fútbol”. Se refería al trascendido de que la Federación Palestina de Fútbol iba a pedir que excluyeran a su par israelí de las competencias internacionales. El motivo: que en su Liga juegan cinco equipos de colonias judías en los territorios ocupados.

Jibril al Rajoub, el presidente del fútbol palestino, retiró la moción. Dijo que la canciller Merkel le había hablado y fue una de las personas que lo convencieron de levantar el pedido de sanción. “Muchos presidentes de Federaciones de Asia, de Africa, de Sudamérica, de Norteamérica y Europa me han dicho que no querían sentar un precedente de tener que tratar el tema de una suspensión”, comentó el dirigente. A cambio, propuso que se garantice la libre circulación de los jugadores de su país, que se inicie una investigación contra el racismo que sufre su pueblo y una votación sobre los equipos israelíes que juegan en territorios palestinos. Dos mujeres con una bandera de Palestina ingresaron a los gritos al Congreso de la FIFA y fueron sacadas por la seguridad. Pedían que se votara la sanción que Al Rajoub desestimó. Un escándalo más dentro del gran escándalo en el que varios líderes mundiales defendieron los intereses de sus países.

[email protected]

Subnotas

(Versión para móviles / versión de escritorio)

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS rss
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux