DEPORTES › OPINIóN
› Por Daniel Guiñazú
Floyd Mayweather dice que ya está, que ya fue, que la victoria por puntos de la medianoche del domingo ante Andre Berto en el MGM Grand Hotel de Las Vegas fue la última de su fabulosa carrera. Pero el mundo del boxeo se empeña en no creerle. Son mayoría los que piensan que se trata del último truco de un mago de los grandes negocios pugilísticos. Y que tan pronto como se le presente la posibilidad de volver a ganar una parva de millones de dólares, más temprano que tarde, Mayweather subirá de nuevo a los rings. No por nada le dicen Money.
El razonamiento cierra aplicándolo a la lógica con la cual el todavía campeón mundial de los welters para el Consejo y la Asociación construyó su trayectoria y su inmensa fortuna. Mayweather jamás peleó para salvar su orgullo ni se enfrascó en pleitos personales. Lo hizo sólo cuando sus rivales le aceptaron su condición de divo de los encordados y cuando se aseguró de ganar más dinero que cualquiera de los socios (la cadena televisiva Showtime, el hotel MGM de Las Vegas) que lo acompañaron en todo su tiempo de boxeador.
Pero hay un detalle que no es menor: Mayweather ya no tiene con quien pelear. A fuerza de triunfos indiscutibles ante los mejores, barrió el peso welter. Y ninguno de los adversarios que podrían enfrentarlo le garantiza un plan de negocios deportivamente atractivo y económicamente rendidor. Ni siquiera resulta seductora la revancha con Manny Pacquiao: decepcionó tanto el choque del 2 de mayo pasado que nadie quiere volver a ver otra vez la pelea del siglo 21.
Por eso, resulta creíble que con 38 años cumplidos, un record inmaculado de 49 triunfos consecutivos (26 antes del límite), 19 años como boxeador profesional y 18 ininterrumpidos como campeón del mundo, Mayweather haya anunciado que se baja de los cuadriláteros. Todo lo que le queda por ofrecer es más de lo mismo que ya ha ofrecido. Y el producto ostentoso y egocéntrico que él ha sabido vender mejor que ninguno, parece tener menos compradores que antes. De hecho, quedaron 4000 boletos disponibles en el estadio para su pelea con Berto y las ventas del pay per view estuvieron bastante por debajo de sus combates anteriores.
La tentación siempre estará al alcance de la mano. Y le sobraran las ofertas para intentar el regreso y renovar la magia. Al menos por una noche más. Pero en este contexto, por ahora y solamente por ahora, no hay razón para no confiar en el adiós de Mayweather. No todo es Money en la vida. A veces, con la palabra alcanza.
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