Con un equipo alternativo, River le ganó por la mínima diferencia a Crucero del Norte, que está cada vez más cerca de perder la categoría. El conjunto misionero, comandado por Sebastián Rambert, mudó su localía a Resistencia, Chaco, y allí el local pareció el último campeón de la Libertadores, que tuvo el respaldo de una multitud, más allá de la pretendida neutralidad. Lejos de los rumores de retiro, Javier Saviola completó los 90 minutos.

Lejos de los puestos de vanguardia del torneo doméstico, con el Mundial de Clubes en el horizonte y el viaje a Ecuador para finiquitar el pasaje a cuartos de final de la Copa Sudamericana ante Liga de Quito a la vuelta de la esquina, Marcelo Gallardo alineó un equipo suplente en su totalidad. Lo que sí mantuvo el entrenador fue el 4-3-1-2 que alineó en los últimos partidos en los que intentó conseguir mayor volumen futbolístico. Ponzio, relegado en la formación ideal, fue el capitán y el patrón del medio.

Ni bien arrancó el partido, al minuto, el juvenil Pablo Stupiski no pudo aprovechar la buena jugada de Cólzera por izquierda, que se combinó con la salida en falso de Chiarini. Luego de esta chance, la visita se adueñó de la pelota en el mediocampo y empezó a lastimar con el atrevimiento del uruguayo Tabaré Viudez, quien hizo revolcar a Ramírez a los 12 minutos.

La respuesta llegó a través de Pérez, quien se proyectó por derecha y disparó desviado. Las subidas de los laterales fueron una constante porque, ante la imposibilidad de cuidar el cero en el arco propio, Rambert plantó una línea de cinco hombres en el fondo. Por lo tanto, los defensores debían pasar al ataque para ensanchar la cancha y dar opciones. En la segunda parte las diferencias se plasmaron rápidamente. Andrés Merlos no sancionó falta de Ponzio y en la continuidad de la jugada Gonzalo Martínez se asoció con Driussi, quien lo habilitó magistralmente, para que el ex jugador de Huracán definiera de derecha y decretara el 1-0. El tanto apaciguó las intenciones del, supuesto, equipo local, que sintió el impacto y le costó cada vez más hacerse de la pelota. Saviola, con más dinámica y atrevimiento que en otros partidos, lo falló de zurda. Luego lo tuvieron Pisculichi y Solari, pero en ambos casos Lechner los evitó sobre la línea. Cuando el partido se acababa, con más vergüenza deportiva que otra cosa, Crucero lo intentó, pero como a lo largo de todo el torneo le faltó peso en las áreas. Ya sea para aprovechar las pocas que tuvo, como para mantener su valla invicta.