DEPORTES › OPINION
› Por Miguel Hein
El comunicado de la Conmebol es contundente. “El Tribunal de Disciplina ha impuesto al jugador Brian Fernández (Racing Club) una suspensión de dos años por una infracción a los artículos 6 y 7 del Reglamento Antidopaje de la FIFA, tras su resultado analítico adverso por la sustancia prohibida cocaína y sus metabolitos. Asimismo (...), ha acordado que, una vez cumplido el primer año de suspensión, el segundo año de sanción quedará en suspenso y el Sr. Fernández se encontrará habilitado para jugar al fútbol, bajo la condición de someterse a controles mensuales de dopaje durante un año...” O sea que la institución que rige al fútbol sudamericano obliga al “Sr. Fernández”, un muchacho de 21 años, a dejar de trabajar de futbolista. Por lo prolongado de la sanción cabe concluir que poco importó al Tribunal de Disciplina de la Conmebol que la droga no mejore su rendimiento deportivo ni que su ingestión repetida sea considerada una adicción que los especialistas piden tratar y no sólo condenar. Porque hasta donde uno conoce, la Conmebol no ha puesto a disposición del jugador un equipo de especialistas para ayudarlo a superar su adicción. Tampoco aportan al bienestar de Brian los dichos del presidente de Racing, Víctor Blanco, quien agravó la estigmatización sobre el futbolista. “Si sabía que era adicto no lo hubiéramos contratado”, señaló, poniendo una ficha a la discriminación del adicto como forma de solución.
Todos los deportes se rigen por un reglamento y quienes los trasgreden son pasibles de sanciones. Pero son muchos los reglamentos que atrasan y que reflejan realidades de tiempos pasados. Y entre ellos está, al menos en este aspecto, el de la cuestionada FIFA y, por ende, de la también sospechada Conmebol. Ambos, además, diferentes del de la Asociación del Fútbol Argentino. Por igual infracción (doping por consumo de cocaína en el partido ante River del 10 de mayo), la AFA penó al jugador con tres meses de inhabilitación. Pero no le agregó el peso de someterse a controles mensuales, como hizo la Conmebol, en una violación a la intimidad de Fernández. Sabemos que una de las vías para superar las adicciones es recurrir a equipos interdisciplinarios que individualizan por qué se llega a ellas y dan elementos para salir del flagelo. La adicción de Brian fue reconocida ante la AFA y la Conmebol, y ambos organismos la sancionaron en el nombre de reglamentos que debieran priorizar no el cumplimiento de su frío articulado, que transforma al muchacho en un paria de la industria futbolística, sino el modo de lograr que el jugador esté contenido por el club, los directivos y sus compañeros para que pueda volver a jugar cuanto antes.
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