DEPORTES › DIALOGO CON MAURICIO “CHICHO” SERNA, VOLANTE MULTICAMPEON DEL BOCA DE BIANCHI
El volante colombiano fue el cinco titular durante la época de oro del Virrey. Junto a sus compatriotas Córdoba y Bermúdez, escribió varias páginas de gloria en la historia xeneize. Aquí repasa su carrera y aporta su mirada aguda sobre el presente del club.
Mauricio Serna es un crack. O mejor dicho lo fue, aunque todavía conserva la misma alegría, la misma claridad y la misma intensidad con la que defendió los colores de Boca entre 1998 y 2002. Fue partícipe de la época de oro xeneize. Ganó cinco títulos: dos torneos locales, dos Copas Libertadores y la Intercontinental frente al Real Madrid. De paso por Buenos Aires, Chicho o el Enano, como le decían sus compañeros de equipo: Oscar Córdoba, Jorge Bermúdez, los Mellizos Barros Schelotto, José Basualdo, Martín Palermo, Walter Samuel y Juan Román Riquelme, entre otros, se deja llevar en la charla en la que los recuerdos trazan un puente con el presente.
–Pudo haber jugado en Racing, pero terminó Boca, pudo haberse ido de Boca a Millonarios pero se quedó y triunfó, ¿usted cree en el destino?
–Sí. Cuando es para uno, es para uno. Estaba en Nacional y sentía la necesidad de cambiar, ir a México, a la Argentina, a España, pero nunca pasaba nada. Decían que mi pase era caro. Pero un día, estaba en San Andrés de luna de miel con mi esposa y me llaman de Nacional para decirme que Gustavo Mascardi –que en esa época manejaba a Tino Asprilla– y Fernando Hidalgo habían ido a comprar a Iván Córdoba y a Juan Pablo Angel, y en la negociación, de rebote, caí yo. Se dio así.
–La primera opción había sido Racing, pero terminó en Boca. ¿Cómo fue eso?
–Racing en ese momento estaba en quiebra, igual yo había dicho que sí. Pero unos días más tarde, me vuelven a llamar y me dicen que hay otro club, era Racing o Boca, y yo no los dejé ni terminar. Es que en Boca ya estaban Córdoba y Bermúdez. Justo se dio que a Boca se le había lesionado Alfredo Berti, que es un tipazo y un crack. Yo lo había enfrentado en Colombia y era una máquina de correr, ese sí que era un verdadero pacman.
Su desgracia me terminó de abrir las puertas a mí, que me habían visto jugar contra River en la Copa. Llegué a Boca en enero del 98, con el Bambino Veira, y ese año ganamos el primer campeonato con Carlos Bianchi.
–Maradona no estaba muy conforme con su incorporación...
–No era que no me quería a mí, sino que él había dicho que el cinco de Boca tenía que ser como Fernando Redondo. Diego, con quien hoy seguimos siendo amigos, me contó lo que había dicho y se puso enseguida a disposición.
–¿Y qué fue lo que le dijo usted a Maradona?
–Le dije que venía a buscar mi lugar y que toda mi vida había sido un ganador, y que este era un sueño y un reto para mí. Le dije también que yo me iba a jugar la vida por Boca. Ahí nació una amistad sincera. Con Diego hablo muy seguido.
–¿Y estaba también el tema del cupo de los extranjeros, no? Estaban Córdoba, Bermúdez y el peruano Solano...
–Sí, era muy difícil, porque ellos estaban consolidados. Por eso fue que estuve a unos días de irme a Millonarios, donde estaba Maturana, que me quería. Yo tenía en mente ir al Mundial de Francia, no me lo quería perder por nada. A una semana de irme, a Jorge (Bermúdez) le sacan una quinta amarilla y se abre el lugar para mí. Me entrené feliz, no entendí mucho la convocatoria, pero jugué en Rosario contra Newell’s. Ganamos 4-2, hice un gol, fui la figura, y eso que jugué de ocho, que no era mi posición. Yo ya pensaba que era mi último partido y hasta en despedirme del plantel, pero me agarra Pedro Pompilio, me felicita y me dice que me quedaba. Le agradezco y le pido una sola cosa, que los cuatro extranjeros tuviéramos las mismas chances de ser titulares. Al partido siguiente vuelvo al banco, pero después sale Córdoba, entro yo y juego nueve partidos seguidos. El Bambino pone a Diego Cagna de ocho y yo paso a jugar de cinco.
–Eso hasta que se fue Veira y llegó García Cambón... y aparece Ariel Rosada.
–Así fue, pero a mí me sirvió para sumarme antes a la selección que iba a jugar el Mundial. Ya en Francia nos enteramos de que iba a venir Carlos (Bianchi). También se decía que iban a venir Chilavert, Gómez y otros jugadores. Cuando terminó el Mundial para nosotros nos sumamos a los entrenamientos. Me acuerdo de que la primera vez los tres colombianos llegamos tarde, y Carlos nos miró con una cara... Nos presentamos y nos mandó a trabajar. Y empezamos a correr. ¡Ay, mamita querida!, con el Profe Santella. Nos hacía trabajar duro, pero el equipo físicamente estaba muy bien, impecable. Recuerdo que fuimos a jugar un amistoso con Independiente en Tucumán y yo me sentí muy bien. Cuando entro al vestuario, me agarra Ischia y me hace un chiste sobre la cantidad de pelotas recuperadas. Y después Carlos me dijo que había muchos rumores de que el cinco de Boca iba a ser yo, que yo le había demostrado de qué estaba hecho. Que la cinco de Boca era mía, que me quedara tranquilo, que me iba a ir muy bien...
–¿Qué fue lo que pudo aprender de Bianchi durante esos años?
–Aprendí cantidad de cosas, pero sobre todo la simpleza para explicar lo que quería de nosotros, y el hecho de que no se le pasaba nada por alto.
En Colombia uno se acostumbra a hacer mucho trabajo táctico, mucho, horas y horas. A los defensores y a los volantes nos amarraban con un resorte para calcular hasta dónde podíamos ir y hasta donde no, para ir memorizando, ¿no? En la selección colombiana tenía que entrenar amarrado a Lionel Alvarez, entonces él iba para la izquierda y yo, también. Así nos acostumbraban a jugar mirando a nuestro compañero. En Boca no se trabajaba así. Con la facilidad y la simpleza que explicaba todo Carlos, no necesitábamos nada más. Aparte, ese equipo tenía varios jugadores mundialistas: Oscar, Jorge, Pepe, yo; y estaban Walter (Samuel) y Román que eran mundialistas juveniles, y Cagna, que ya tenía cuántos partidos internacionales encima. Ese era un equipo de hombres y jóvenes maduros. Y, físicamente, éramos unas bestias.
–¿Esa fortaleza es la que abre camino a los títulos?
–Ganamos los dos torneos locales, después la Libertadores y la Intercontinenal del 2000, y la Libertadores 2001. Me acuerdo de que antes del viaje a Japón, me hacen un reportaje en el diario Olé y yo, que venía de unas lesiones, digo que quiero jugar ante Real Madrid. Sale el reportaje, vamos al entrenamiento y Carlos me llama al vestuario y me pregunta: “¿Usted leyó lo que dice la nota?, ¿está convencido de lo que dice ahí?” y yo le contesté que sí, que así lo sentía, y entonces me dice: “Lo felicito, esos son los campeones que yo quiero en mi equipo”. Ya en el viaje, nos dimos cuenta de que Carlos tomaba absolutamente todas las precauciones del caso, que no dejaba nada librado al azar.
–¿Cómo lo trata hoy por la calle el hincha de Boca?
–Muy bien, la gente me dice cosas muy lindas. No sólo los hinchas de Boca. El otro día, un hincha de Independiente me dijo que “ojalá todos los equipos de fútbol tuvieran un Chicho Serna”, eso es algo que nunca me habían dicho. Yo disfruto mucho de ese reconocimiento. No elijo entre el de corbata o el que está tirado en la calle. Si el que está en la calle viene y me abraza, lo abrazo. Ese es mi ADN, y no lo traiciono.
–En los últimos años se ha hablado mucho de Riquelme, qué si es o no buen compañero, qué si es o no conflictivo...
–Lo que yo puedo decir es que cuando estuve en Boca, Román nunca fue un problema, al contrario. Me acuerdo de que una vez hubo un problema con la dirigencia, cuando nos pintamos las camisetas y nos querían echar a todos, a Román lo quisieron comprar y dijo que no, “a mí no me compran, yo no me vendo”. Por eso ahora que estoy en Buenos Aires y me encuentro con tanta gente les digo: ¿vos qué conocés de Román? Porque es muy fácil hablar. Hay millones de cosas para decir, pero como Román no las hizo públicas yo no tengo derecho a hacerlo. Ahora no soy quién para defenderlo porque, además, si hay alguien que se sabe defender, con su postura y su calidad, es él. Ya jugamos fútbol, ya pasó, y a mí me quedó el amigo. Ser amigo de Román me hace muy feliz.
–¿Cómo ve a Boca en este final de campeonato?
–Lo veo irregular, como lo fue el campeonato. No te da la tranquilidad de saber que vas a verlo ganar. Puede hacer un gran partido o un partido flojo. Pero no creo que el campeonato se le pueda escapar. Está Tevez, que es el Riquelme de Boca. Por más que haya tenido mejores o peores partidos, Tevez está siempre y tiene toda la presión. En la cancha él es el líder y hace la diferencia.
–¿Qué análisis hace entonces del trabajo de Arruabarrena?
–Le tengo un gran aprecio. El Vasco fue siempre un líder trabajando. Me quito el sombrero de lo que eran físicamente él y Diego Cagna. Es una gran persona, un tipo de familia. Digamos que está sumando una experiencia importante. Ya haber dirigido a Tigre, a Nacional y ahora está donde quiere estar, donde muchos quisiéramos estar. Estoy convencido de que quiere lo mejor para Boca. Y lo que ha pasado frente a River en las Copas, creo debe haberle dolido mucho. Si River te elimina y encima después gana la Copa. Eso duele. Lo que no sé es si fue el cuerpo técnico o los jugadores los que no entendieron cómo se deben jugar esos partidos. River no nos puede ganar a lo Boca. Eso duele.
–Volvió a la Argentina y se metió de alguna manera en la interna de Boca, apoyando a José Beraldi en la pelea por la presidencia. ¿Cómo se da esa relación?
–A José lo conozco desde hace muchísimos años. Tenemos una relación de respeto mutuo y creo que él logró establecer esa relación conmigo porque es una persona que respeta a todo el mundo. Sé lo que es él y lo que siente por Boca, cómo lo vive. Además, y esto para mí es muy importante, me vino a buscar. No sólo se acordó de mí, sino también del Pepe Basualdo, de Cascini, de Córdoba. José me llamó y me preguntó cómo veía yo a Boca, qué pensaba, y yo le dije la verdad, que el día de mañana yo quería tener la posibilidad de dirigir. Eso lo quiero no por José sino que lo siento desde el día que me fui de Boca. Es mi sueño. Un objetivo que yo tengo. Quizás algún día tenga esa oportunidad, aunque soy consciente de que en el camino hay otros compañeros míos que ya han hecho un buen rodaje y se merecen esa oportunidad. Creo que podría sumarme bien a algún cuerpo técnico, para acompañar. Me encantaría. No soy político ni me meto en nada político. Lo mío va a ser netamente deportivo.
–¿El hincha de Boca se podría ilusionar con una dupla Román-Chicho?
–Ay, mamita mía. Román, Román... Si hay alguien que ve bien el fútbol es Román. Lo ve bien, muy bien. Ahora no sé si el tiene ganas de eso, de dirigir. Por ahí nos reunimos y lo convenzo. Ahora te puedo decir que si bien sueño con ser DT campeón con Boca, tengo un sueño que va más allá de mí. Yo quisiera ver a Román jugando otra vez en la Bombonera, que juegue lo que él quiera y que se retire de la Bombonera, como debe ser. ¿Te imaginás a Román saliendo a la cancha con Tevez? Ay, lo que sería esa Copa Libertadores: un sueño, un verdadero sueño.
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