Siete años atrás, en tiempos en que la dupla Cappa-Russo estaba a cargo del cuerpo técnico de aquel recordado plantel de Huracán al que el desvergonzado puesto a referí Gabriel Brazenas, en complicidad vaya uno a saber con quién, le arrebató el campeonato en el partido contra Velez, a la salida del estadio un veterano socio de Huracán se le acercó a Angel solamente para agradecerle que su equipo “no tirara centros”.

En sintonía con aquel hincha, siete años después y a horas de haber jugado y perdido sin atenuantes contra Lanús, Guillermo Barros Schelotto, en pleno entrenamiento a puertas abiertas de la primera de Boca, arengaba a sus dirigidos a favor del fútbol bien jugado: “Está prohibido tirar centros de mierda”.

Además hacía referencia a la lotería que significaba la posibilidad de que el azar hiciera que alguien tocara la pelota para convertir.

Siguiendo en lo que bien podría parecerse a un entrenamiento a cargo, por ejemplo, de Guardiola, el pelotazo a dividir quedaba reemplazado por “jugar a cuatro toques, a dos toques, a seis toques si hace falta, y en todo caso ir para atrás y empezar de nuevo”. Esta prédica bien podría ser un homenaje a lo que siempre pregonó Johan Cruyff.

Como para que se aburran los tacticistas.