Vie 01.04.2016

DEPORTES  › OPINION

Un mito viviente

› Por MF Sergio Ernesto Negri

A Claudia Amura seguramente el concepto le parecerá algo temerario, pero no me tiembla el pulso al escribir que, en su caso, estamos en presencia de un mito viviente. Como ajedrecista llegó a lo más alto. Fue la primera mujer en la Argentina que supo ganarse un espacio al confrontar en situación de paridad con tantos varones. Los mismos que solían mirar con cierto desdén, hasta su aparición, a jugadores del otro sexo. Fue múltiple campeona nacional femenina. Fue finalista en varios torneos nacionales absolutos y campeona metropolitana en la especialidad, en este caso ante fortísimos rivales. Se convirtió, en cualquier caso, en un estandarte que permitió que otras ajedrecistas luego pudieran abrirse paso en territorio no siempre propicio, como su admiradora (y admirada) Carolina Luján, entre muchas otras que vinieron (y que vendrán). Supo integrar equipos olímpicos, a los que habitualmente condujo, obteniendo notables actuaciones, entre las que se incluye un triunfo ante una ex campeona mundial. Supo dejar por momentos el tablero para iniciar otras búsquedas. Supo sobreponerse a durísimas pruebas que le sometió la vida. Supo unirse en matrimonio con otro gran ajedrecista, con quien forjó una hermosa familia. Supo intentar recorrer un camino místico, quizás como señal de una búsqueda espiritual que nunca la abandonaría. Supo liderar el programa de ajedrez más exitoso del país, el de la provincia de San Luis, con el que no sólo se prevé una formación escolar, sino que se constituye en una herramienta social y cultural para la integración de adultos mayores, discapacitados, personas privadas de la libertad. Actualmente, además, como evidencia de que los desafíos están muy lejos de amedrentarla, asumió como Secretaria de Deportes de la provincia que eligió como su lugar en el mundo y a la que enaltece con su trabajo permanente y cotidiano. Claudia supo correrse del plano de la individualidad (con sus éxitos deportivos a cuesta) para consagrarse a los otros: a su familia, a sus alumnos, a su comunidad, de alguna manera incluso a Dios.

* Investigador en ajedrez. Coautor de la colección Historia del Ajedrez Olímpico Argentino y autor de Ajedrez en la literatura argentina (de próxima aparición).

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