DEPORTES › JJ.OO. DILMA ROUSSEFF RECIBIó LA ANTORCHA OLíMPICA QUE LLEGó AYER A BRASIL
La presidenta encendió la llama olímpica que llegó a Brasilia procedente de Ginebra y, luego de reparar en la situación política que atraviesa el país vecino y su propio gobierno, prometió “la mejor recepción de todos los atletas y todos los visitantes extranjeros”.
La antorcha olímpica que iluminará los Juegos de Río de Janeiro aterrizó ayer en Brasilia, la capital soñada por el arquitecto Oscar Niemeyer, pero su llama quedó ensombrecida por la crisis política que atormenta al país. El símbolo olímpico llegó a suelo brasileño a primera hora de la mañana dispuesto a sumergir a Brasil en el clima deportivo, pero la política se coló en el trayecto de la antorcha por la joven ciudad brasileña, inaugurada hace 56 años.
Al grito de “No pasarán” y “No va a haber golpe”, y mezclado entre cientos de personas, un grupo acompañó la llama por la Explanada de los Ministerios, una amplia avenida que reúne los principales edificios del poder público brasileño, incluido el Senado.
En ese edificio, diseñado por el maestro brasileño de las curvas, los legisladores debaten si existen méritos jurídicos para la apertura de un juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff, quien ayer fue la encargada de encender la antorcha con la llama olímpica que llegó procedente de Ginebra.
La jefa de Estado, que podría estar apartada de su cargo durante la inauguración de los Juegos, fue aupada con cánticos por un grupo de simpatizantes que se concentraron a las puertas del Palacio presidencial del Planalto bajo el sol abrasador que caracteriza a Brasilia. “Sabemos las dificultades políticas que existen en nuestro país, conocemos la inestabilidad. Brasil será capaz, incluso en un periodo muy difícil, verdaderamente crítico de nuestra historia y de la historia de la democracia, de convivir con la mejor recepción de todos los atletas y todos los visitantes extranjeros’’, señaló la mandataria. “Tengo la certeza de que un país cuyo pueblo sabe luchar por sus derechos y sabe proteger su democracia es un país donde los Juegos Olímpicos tendrán el mejor éxito’’, añadió.
Rousseff le entregó la antorcha a Fabiana Claudino, quien ganó el oro olímpico en voleibol en Beijing 2008 y Londres 2012, y fue la primera portadora de una llama perseguida por los manifestantes.
Conscientes de la gran cantidad de periodistas extranjeros que llegaron hasta Brasilia para acompañar el evento, los manifestantes gritaron en varios idiomas contra el “golpe”, como los grupos de izquierda califican el proceso legislativo que amenaza con recortar el mandato de Rousseff. “Contra il colpo di stato”,”no coup in Brasil”, “No tendrás golpe”, citaban los carteles de los participantes de la marcha, quienes advirtieron de que no habrá sosiego si avanza el ‘impechment’ contra la presidenta.
Pero no todo fueron protestas. También llegaron hasta el corazón político de Brasilia familias expectantes por ver el símbolo de los Juegos Olímpicos, la segunda gran cita deportiva que alberga Brasil después del Mundial de fútbol de 2014.
“Es un momento único que no podemos dejar pasar”, dijo a la agencia EFE Daniel Nazario, quien fue hasta la Explanada acompañado por su hijo de 6 años. Nazario consideró “lamentable” que la ceremonia de llegada de la antorcha se tiñera de política, pero se mostró “feliz” porque el deporte “une a las personas”, en un momento en que Brasil se encuentra polarizada entre los defensores y detractores de Rousseff.
La llama olímpica recorrió tierra, agua y aire; pasó por los monumentos arquitectónicos más emblemáticos de Brasilia y descendió desde un helicóptero hasta el estadio Mane Garrincha, escenario de la inauguración del Mundial.
Desde el cielo, un bombero bajó la llama haciendo rapel y se la entregó al ex capitán de la selección brasileña de fútbol Lucio, quien recorrió el césped del fortín futbolístico rodeado de un centenar de niños que portaban las banderas de muchos de los países participantes del evento deportivo, que por primera vez se celebrará en Sudamérica.
Entre esas banderas no estaba la de Siria, pero Hanan Daqqah, una refugiada de 12 años que llegó a Brasil el año pasado con su familia huyendo de la guerra, puso a su país en el mapa de los Juegos Olímpicos al portar durante 200 metros la antorcha que presidirá la cita de Río de Janeiro.
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