DEPORTES
Cuando se trata de Arsenal, los árbitros piensan bien cada tarjeta
Desde octubre de 2002 que no expulsan a un futbolista del equipo que preside el hijo de Julio Grondona. Los números muestran que no sólo son los jugadores los que se cuidan.
› Por Pablo Vignone
No hace mucho, Julio Grondona anunció públicamente su objetivo para el momento que deje el sillón de presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, que fijó para cuando expire su mandato, en el 2007. El dirigente que este año cumple un cuarto de siglo al frente de la entidad madre del fútbol argentino pretende convertirse, cuando abandone ese cargo, en representante en el Comité Ejecutivo de la AFA del club que es su auténtica debilidad, Arsenal de Sarandí. Claro que para que eso ocurra, lo ideal sería que Arsenal permaneciera en Primera hasta entonces... Pero con el cuidado con el que los árbitros parecen tratar al equipo que dirige Jorge Burruchaga, es muy probable que suceda.
Arsenal no sufre una expulsión en el campo de juego desde el 4 de octubre de 2002. En un año y medio en Primera sólo le echaron dos jugadores. Disputó las últimas 46 fechas –dos campeonatos y un poco más— con los once jugadores en el campo. No hay equipo en la división mayor con una racha tan afortunada. Y las estadísticas demuestran que el episodio no se produjo porque los futbolistas de Arsenal se cuiden más que los otros.
El club que preside Julio Grondona (hijo) ascendió a Primera a mediados de 2002. En la tercera fecha del Apertura de ese año, cuando perdió 2-1 con Newell’s como local, Rafael Furchi echó a Darío Espínola. Siete fechas más tarde, en la 10ª, en aquel famoso (y caliente) partido que Independiente le ganó 3-2 después de ir perdiendo 2-0, el 4 de octubre de ese año, Claudio Martín expulsó a Patricio González por doble amarilla. Esa fue la última vez que a Arsenal le echaron un jugador. En el último torneo Apertura, sólo otro equipo no sufrió expulsiones: el campeón Boca. Un dato: después de echar a Espínola, Furchi estuvo 31 partidos (casi dos campeonatos) sin dirigir al equipo de los Grondona.
Algunos jueces tampoco quieren arbitrar los partidos del equipo, para no exponerse. Otros, como Gabriel Brazenas –el que más lo dirigió en el último campeonato–, no se hacen tantos problemas. Antes de mudarse a Palermo, Brazenas vivía en la zona sur del Gran Buenos Aires, donde también reside Jorge Romo, presidente de la Escuela de Arbitros.
Además, varios jueces de línea han dirigido a menudo al equipo de Burruchaga: Abraham Serrano actuó en cinco partidos que jugó Arsenal, tres de ellos en las cuatro primeras fechas del Apertura. Los líneas Rebollo, Rocchio y Taibi también actuaron en cinco encuentros, un cuarto de campeonato.
La estadística también entrega algunas cifras curiosas. Durante el último torneo, Arsenal, sin expulsados, sufrió 45 tarjetas amarillas. Banfield, con 48 amarillas, tuvo tres expulsados; Estudiantes, con 39 amonestaciones, sufrió seis expulsados; Lanús, con 54 amarillas, recibió 5 tarjetas rojas. En el mismo período, Chicago sufrió en la cancha 55 amonestaciones y 5 expulsiones. La interpretación más correcta no es la de que los jugadores de Arsenal se cuidan más con los árbitros que los de otros equipos de similar ascendiente. Parece, más bien, al revés...
Más datos: desde octubre de 2002, cuando Martín expulsó a González y Arsenal dejó de padecer expulsiones, Banfield sufrió 7, Chicago 10, Lanús 12 y Estudiantes 13...
Un alto dirigente de un equipo grande, de los que suelen acompañar a Grondona a Zurich a las reuniones de la FIFA, le comentó a Página/12 que el titular de la AFA suele pedir algunos refuerzos a equipos de esa talla, a título de préstamo, para el club de Sarandí. Apenas ascendido, Arsenal contó con Martín Andrizzi, el volante de Boca; en el último torneo, Burruchaga dispuso de Javier Gandolfi y de Adrián Romero, lateral y delantero de River.
Héctor Baldassi debía dirigir el partido entre Arsenal y Gimnasia de Concepción del Uruguay, que podía significar el ascenso a Primera, cuando una tribuna del estadio de Sarandí se desplomó. El árbitro estaba decidido a suspender el partido, cuando Grondona (h.) le puso un celular delante de la boca y le dijo: “Tomá, explicale vos por qué suspendés el partido...”.
El partido se jugó.